Aysel venía de Turquía, con una madre musulmana muy amorosa, algo que por obvias razones, su hermano no le gustaba. Eran personas creyentes, pero no fanáticos. Aysel se llevó la peor parte de ser mujer por la familia de su padre, y fue obligada más de una vez a hacer lo que ella no quería.Había tres cosas que Aysel amaba, después de su familia. Salvar vidas, su libertad y cocinar los platos típicos de su país.Ella, al salir de Turquía, conoció otros horizontes. Creía en el matrimonio y llevaba en su corazón todo lo que le enseñó su madre.Por eso, recibir un beso de Fabrizio, era algo que estaba haciendo por primera vez. Ella era virgen de la cabeza a los pies.Jamás había sido tocada de manera sexual. Por eso no sabía cómo responderle el beso a Fabrizio. —Deja de pensar, Aysel —le murmuró entre dientes, y acariciando sus mejillas—. Tus pensamientos están chocando conmigo.Ella se tensó, logrando que Fabrizio sonriera.—Estoy haciendo mi mayor esfuerzo —lo miró, él abrió los ojos
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