Hanna Terminó de colocarme mi vestido, me miro en el espejo una vez más y me queda perfecto. Su escote en la espalda me hace ver completamente sensual, tanto como a él le gusta, porque se volvió mi pasatiempo favorito, complacer sus caprichos y como no lo haría si él es la persona que más me hace feliz en el mundo. Mi cabello lo voy a dejar suelto, algo de maquillaje rápido y estoy lista. Busco a Luisa, ella está terminando de maquillarse pasó mi mano por su abdomen, se alcanza a sentir abultado, hago unos sonidos extraños qué siempre salen cuando estoy cerca de ella. —¿Estás lista? —le ayudó a ponerse de pie.—¿Tú qué crees? —ruedo mis ojos ante su pregunta—. Ay tú siempre haces ese tipo de preguntas, y sabes a la perfección, que yo me demoro mucho más. Las náuseas no me dejan continuar tranquila. —Yo algún día llegué a pensar que cuando tú quedarás en embarazo, ibas a ser buena onda y bastante chévere, sin embargo, me equivoqué. Eres un ogro, —las dos reímos, el embarazo le dio
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