Jamás se había sentido tan avergonzada como lo hacía ahora. ¿En qué momento Hudson había entrado en la sala de cine? Se preguntó cuanto había escuchado de su triste monologo, lo único que le faltaba era que el muchacho le tuviera lástima, más de la que ya le tenía. Y si, le molestaba pensar eso, porque suficiente tenía con que sus viejos amigos supieran lo patética que era, al menos quería guardar un poco su orgullo. Sin embargo, ahora parecía más lejana esa idea y seguro Hudson se burlaba de ella en silencio. No podía controlar siquiera su vida emocional y eso si era bastante malo.—Ah… es bueno saludarte. Feliz noche. — Sin más salió huyendo de ahí. Pensaba en lo ridícula que había actuado, pero no era momento y de regresar a averiguar qué tanto había escuchado, aunque seguro había escuchado todo su llanto.—¡Carrie! — La joven se detuvo al escuchar la voz de Hudson. Se quedó en medio del pasillo camino a las gradas que la llevarían a la salida del cine. El castaño corrió hasta ella
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