Una enfermera permanece siempre con Elvira en la habitación, aunque entre todos no la dejan sola. A cada rato, uno de ellos va a verla, sobre todo Salvatore, que cada media hora, cuando está en casa, entra a visitarla, le habla, le cuenta todo lo que ha hecho durante el día. También lleva a Fiorella cada vez que llega y cuando se va. Está muy preocupado porque pasan los días y su madre no da señales de despertar.Esa mañana había decidido pasarla con ella y con Fiorella; incluso pensaba sacarla a la glorieta. Se acercaba despacio a la habitación cuando la voz de la enfermera y lo que decía a su madre captó su atención.—Señora Elvira, con un esposo tan hermoso como el que tiene, no sé qué hace durmiendo. ¿No tiene miedo de que otra se lo robe? ¿Yo, por ejemplo? —preguntaba la enfermera mientras acomodaba una almohada.—No, porque mi padre solo tiene ojos para mi madre —contestó Salvatore, entrando molesto en compañía de Fiorella, quien también había escuchado y se había molestado much
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