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Todos los capítulos de MI DESCONOCIDO ESPOSO: Capítulo 161 - Capítulo 170
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162. JUNTOS PARA SIEMPRE
Elvira no sabe por qué, pero ese chico le resulta familiar, como si le recordara a alguien. Entrecierra los ojos tratando de recordar sin resultado. Le pregunta a Rossi que también lo mira en lo que trata de encontrar en su mente qué tipo de enfermedad tiene Salvador. Sin dejar de mirarlo contesta que es amigo de Oliver, era el que estaba vestido de chica antes.— ¿Es él? ¿También es gay? —pregunta Elvira.— No, se disfraza de mujer, es actor —le cuenta pensativo—. Pero está enfermo, tiene una enfermedad en su sangre. Yo lo traté en Nueva York.— ¿Cuándo vivíamos en nuestra casa de Nueva York? —pregunta intrigada Elvira. Rossi al escucharla reacciona como si saliera de sueño. La mira con cariño queriendo decirle todo. Suspira y asiente, para luego pasar a hablar de Salvador diciendo que está realmente enfermo, pero no cree que tenga la enfermedad que dicen. Alega que los síntomas de él, no son exactamente los de esa enfermedad.—Es hermoso ese chico —dice Elvira siguiendo a Salvad
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163. LA MATRIARCA I
Filipo llega temprano como todos los días al amplio salón de exposición de autos de la empresa familiar. Ese día busca a sus primos Gerónimo y Guido, los hijos de su tío Giovanni, pero no los encuentra por ninguna parte. Vuelve a llamarlos, pero no obtiene respuesta. Se acerca a la consola desde donde se puede ver la ubicación de cada auto del garaje y se da cuenta de que los autos de sus primos están en un área desolada. Se asusta y sale corriendo al ver entrar a Salvatore.— Buenos días, Salvatore. No podemos practicar ahora. Ven conmigo, hermano —le pide, montándose apresuradamente en su auto.— ¿Qué sucede, Filipo? —pregunta Salvatore, siguiéndolo.— No lo sé, pero mis primos no me responden y encontré sus autos en una zona desolada —explica, realmente preocupado—. Vamos rápido, esto no me gusta nada. Creo que los han asesinado.Mientras conduce, Filipo llama a algunos guardias de seguridad y se dirigen a toda velocidad hacia el lugar. Al llegar, se asusta al ver la imagen ensangr
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164.LA MATRIARCA II
Salvatore, asustado al escuchar a su padre, le pide a Filipo que dé la vuelta inmediatamente para ir a salvar a su hermana. Filipo lo mira y acelera aún más hasta llegar al negocio, donde ven a Colombo mirándolos intrigado.— ¿Dónde van, sobrinos, con tanta prisa? —pregunta Colombo mientras se acerca.— Me llamaron desde la seguridad de la casa del tío Rossi, están siendo atacados. ¡Evelin y Gabriel están allí, tío! —grita Salvatore asustado.— ¡¿Pero por qué no empezaste por ahí, Filipo?! —pregunta Colombo enardecido, saca su teléfono y llama a sus hombres.— Diríjanse a la casa del doctor Rossi, hay un tiroteo en este momento. Procuren que no les pase nada a nadie —ordena.— Sí, señor, lo sabemos. Estamos llegando —le contestan para su sorpresa.— ¿Por qué nadie me avisó? —pregunta Colombo.— No lo sé, señor, pero Renart nos llamó para que fuéramos —sigue informando el subordinado de Colombo—. Dijo que están encerrados dentro de la casa, que el sistema de seguridad falló y los dejó
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165. DESESPERACIÓN
Se acercan a la Matriarca que está despertando, quieren verla de cerca y saber quién es y por qué quiere a su hija. Salvador está a su lado. Se acerca y le destapa el rostro, pero la encuentra extraña. Luego, toma las manos que tiene atadas delante y ve que sí, es ella. Le falta un dedo de la mano derecha que su madre le arrancó de una mordida para aguantarla mientras él escapaba.— ¿Es ella, hijo? —pregunta Rossi ansioso.— ¡Sí, señor! ¡Ella misma es la maldita que mató a mi madre delante de mis ojos! —grita Salvador.La señora finalmente despierta, mira primero a Salvatore, luego a Salvador y por último al doctor Rossi. Y sonríe siniestramente.— ¿Quién eres? ¿Por qué persigues a mi hija? —la interroga el doctor Rossi.— ¡Porque ella tiene que regresar y hacerse cargo de todo! —contesta la señora, mirando con odio a Rossi.— No sé de qué habla, pero mi hija es una Rossi. ¡Ella solo pertenece a esta familia! No sé a dónde quiere que regrese, ¡pero ella no irá a ningún lado! ¡Usted e
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166. SALVADOS
El doctor Rossi quiso morirse cuando vio cómo a los chicos, los entraban corriendo ensangrentados al salón de operaciones, sin que él pudiera hacer nada. Después de varias horas de operación, finalmente sale el doctor Luigi.—¿Cómo están, Luigi? —pregunta Rossi en cuanto lo ve salir. Por lo alterado que estaba, no lo dejaron entrar al salón.—Salvatore tuvo suerte, el cuchillo pasó a un centímetro de su corazón, pero se va a recuperar. Es fuerte —explica de inmediato—. Aunque perdió mucha sangre, es muy saludable. No te asustes, Rossi, va a estar bien.—¡Oh Dios mío, gracias al cielo! ¡Pensé que iba a perder a mi hijo! —y se le escapa un sollozo que lo hace doblarse hacia delante tratando de contener las lágrimas. El doctor Luigi lo abraza fuertemente, hasta que siente que se separa.—¿Y el otro chico, Salvador? —pregunta Rossi.—El otro chico está más débil, Rossi, pero se va a recuperar. La herida no es mortal, una costilla la desvió. Es grande y le hizo perder mucha sangre, pero no
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167. SALVADOS ll
El doctor Rossi cuelga el teléfono y se queda pensativo. ¿Qué quiso decir la Matriarca con eso de que Eve tenía que regresar y hacerse cargo de todo? ¿A qué "todo" se refería? ¿Adónde quería que regresara? ¿Por qué lo acusaba a él de ser el causante de todo? ¿Habrá ofendido a alguien en América sin saberlo? ¿Quién es Salvador? ¿Por qué ella lo acusaba con tanto odio? Su teléfono lo saca de nuevo de sus pensamientos al sonar. Al ver que es Evelin, contesta rápidamente. —¿¡Papá, mi hermano está bien, papá?! ¡Dime que está bien! ¡Yo lo vi todo, no me engañes! Vi cuando esa mujer le clavó el cuchillo en el pecho, papá! ¡¡¡Dime que mi hermano está bien, papá, dímelo!!! —grita Evelin, llorando desesperadamente. —Eve, amor, cálmate, cariño. Sí, él está bien; ya fue operado, cariño. El cuchillo no le tocó ningún órgano vital. —¿Estás seguro, papá? No me lo dices solo para calmarme, ¿verdad? ¿Está bien? ¿No le va a pasar nada? —Estoy seguro, hija. No te mentiría en algo así. Pásame a Gabrie
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168. CONMOCIÓN TOTAL.
En el momento que sucedieron los hechos en la parte de afuera de la casa del doctor Rossi. Evelin, en el cuarto secreto junto a su esposo, al fin sale de su desmayo, abre los ojos buscando a Gabriel. Lo ve atento a las cámaras, se levanta y camina despacio. Gabriel está muy absorto en lo que está mirando que no se percata de su presencia, salta cuando siente el grito aterrador que da Evelin.—¡Nooo...! ¡Papá... mi hermano...! —grita aterrada al ver cómo la Matriarca le ha clavado el cuchillo en el pecho a Salvador.—¡Evelin, no mires eso! —le pide Gabriel, tratando de quitarla del frente de las pantallas, pero ella se agarra con fuerza impidiéndoselo, por lo que pueden ver toda la escena. Cuando la Matriarca va a herir por la espalda al doctor Rossi, Salvador se mete en el medio y lo impide.—¡No, no, no mi hermano, mi hermano! ¡Lo mató, lo mató, mató a mi hermano y a Salvi! ¡Esa mujer los mató! —grita Evelin tratando de salir por la puerta para ir corriendo hacia ellos, pero Gabriel
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169. AMENAZA DE ABORTO
Luego de colgar la llamada, en la que le prometiera al doctor Rossi que cuidaría de su hija, Gabriel se gira hacia Evelin y le pide que se calme. Aunque ella insiste en ir a ver a su hermano, él se da cuenta de que hasta que no lo vea, no se tranquilizará. Y aunque le prometió a su suegro que se quedarían en la casa, le dice a Evelin:—Está bien, cariño. Pero te llevaré en el helicóptero, después de que lo revisen bien, porque existe la posibilidad de que le hayan puesto algo para seguirnos. Fue todo demasiado coordinado. De paso, te mira el doctor Luigi, estás muy alterada —dice muy serio.—No, no me duele. Solo se me pone muy dura la barriga a cada rato. Cuando lleguemos a la clínica, le pediremos al tío Luigi que me mire. También me duele mucho la cabeza —dice Evelin tomando el té—. Pero ahora vamos; después me acostaré a dormir, te lo prometo. Cuando vea a mi hermano, haré todo lo que me digas.—¿Por qué mejor no nos quedamos, Evelin? Ya hablaste con tu papá, viste que a tu herman
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170. ELVIRA
Elvira se ha quedado fuera del salón en el que introdujeran a Evelin. Está desorientada, no sabe hacia dónde debe ir. Sale a caminar sin rumbo por los pasillos del hospital. En su apuro, se le olvidó coger su cartera. Dobla en una esquina, guiándose por el cartel que dice "Terapia Intensiva", suponiendo que allí debe estar su hijo.Llega hasta una puerta de cristal, reconoce el lugar. Ve el despacho de Luigi, respira aliviada y se detiene junto a la puerta, sin saber si entrar o esperar. Mira a su alrededor y una enfermera que la ve se acerca a su encuentro.—¿Puedo ayudarla en algo, señora? —pregunta la enfermera, sorprendida de verla en esa área.—Sí, señorita —se detiene Elvira—. ¿Puede decirme dónde está Salvatore Rossi, mi hijo?—Sí, señora Elvira, pase —la reconoce la enfermera.—¿Me conoce? —se asombra Elvira al escucharla llamarla por su nombre.—Claro, señora, usted es la esposa del doctor Rossi —contesta la enfermera, dispuesta a ayudarla—. Siento mucho lo de su hijo. Esa m
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171. CONFUSIÓN
Luigi le asegura que todo lo que siente es normal: la anestesia, más la pérdida de sangre tan grande que tuvo, tenía que sentirse así al despertarse. Pero ahora ve que se siente bien. Le dice, sin dejar de revisarlo, que tuvo tremenda suerte. Y que no debe mover el brazo para que no le duela. Le indica que no debe hacer nada de eso, aunque no le tocó ningún órgano importante con la herida. Sí unas arterias que las tuvieron que reparar, por eso perdió tanta sangre. —Te vas para la casa porque tu padre no quiere dejarte aquí —le explica ante la mirada interrogante de Salvatore—. Si no, te dejaba una semana. —¿Por qué? —quiere saber él, algo asustado. —Para vigilar esa herida personalmente —contesta firme el doctor Luigi—, que no se te vaya a infestar. Hazle caso a tu papá, yo iré a verte todos los días.—Lo haré, tío, haré reposo —respira aliviado Salvatore al escuchar el motivo por el que su tío lo quiere dejar ingresado. Al escucharlo, sonríe al tiempo que le dice que está seg
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