La puñalada de hacía un momento, en realidad no iba hacía Julieta, sino hacía él mismo. Tenía muchas deudas y hacía tiempo que se le habían acabado las opciones. Si alguien podía ayudar a curar a su hermana, entonces bien podría aprovechar su muerte para hacer un gran escándalo y que nadie pudiera arrepentirse.Pero lo que él no esperaba era que Julieta leyera sus pensamientos, e incluso quisiera detenerlo con su cuerpo…Mirando a Jasmine, que estaba en la cama del hospital, el hombre estaba asustado.Si alguien no hubiera salvado a Julieta, no se atrevía a imaginar lo que habría pasado.Julieta giró la cabeza para mirarle. Su expresión era tranquila.—Señor, mientras usted viva tendrá una oportunidad. Si muere, ¿quién cuidará de su hermana? Y cuando su hermana se despierte más tarde pero no pueda verle, ¿cree que volverá a ser feliz?Las pupilas del hombre se contrajeron y preguntó con voz temblorosa:—¿Cómo se llama, señorita?—Julieta Rosales.—Señorita Rosales, gracias, se lo pagar
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