—¿Qué pasa si no lo hago bien? —inquirió Francis aturdido—. Me di cuenta que dentro de mí hay una bestia dispuesta a salir con la menor de las provocaciones, y últimamente no puedo controlarla.—¿De qué estás hablando, Fran? —preguntó extrañada.—Me he dado cuenta en estos últimos días, que soy una persona muy violenta.—Tú no eres violento, Fran.—Claro que lo soy, por mi culpa te tuvieron que practicar una cesárea. Lana nació antes, y no puedo ver a mi hermano a dos metros, temo que los mellizos me tengan miedo.—Fran, escuchame —El joven volteó a verla&m
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