LucianSus pequeños ojos brillantes, observando maravillados todo el invernadero que he preparado para ella me llenan de emoción e incertidumbre. Alina cierra los ojos y aspira el aroma de las flores, estoy seguro de que le encanta, aun así, la miro con expectación, aguardando que me diga lo que piensa.—¡Me encanta! ¡Es perfecto!—Aquí podrás venir cuando quieras, es todo tuyo.—¡Gracias! —exclama con emoción y de pronto se arroja a mis brazos.Me quedo paralizado, me gusta la sensación de su abrazo en este cuerpo de bestia. Y es que ella no tiene idea de que me ha besado la noche anterior, de que su cuerpo temblaba bajo la firmeza de mis manos sobre su cintura y mis labios explorando su boca con pasión.Había intentado resistirme, desde aquel día en el reino de los humanos hace tan solo dos semanas, juro que hice todo lo posible por poner distancia entre los dos.La traté como una esclava más, casi evitaba verla durante el día, pero por las noches mientras ella dormía, me asomaba en
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