Para Alex el día había transcurrido sin mayor importancia, sobre todo porque lo había dedicado a organizar su hogar, tratando de poner un poco de orden ahora que no estaban los perros. Mientras más pronto sacara de allí todo lo que le recordaba su presencia, menos sufriría extrañándolos.Ya para la tarde tenía recogido todo lo que donaría a los albergues de perros, había demasiadas camas para mascotas, juguetes, mantas y platos que podrían usar.Cuando se disponía a entrar a la ducha, sonó su teléfono. Atendió y la agradable voz de Mauricio se escuchó al otro lado.— Hola, Alex, ¿recuerdas que te dije que mis padres vendrían a la ciudad y que me gustaría que los conocieras? Pues, no van a poder venir, de modo que yo iré este fin de semana a llevar los perros a casa. Me pregunto si quisieras acompañarme. Creo que me sería muy útil tu control sobre ellos para un viaje de varias horas. No deseo enviarlos con desconocidos.— Bueno, en vista de que no tengo nada previsto para hacer, sí, me
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