LOBO DÉBIL. Cuando Leandro y Elijah se alejaron, Ulzun, el padre de Irene, observó a su hija con ojos astutos. Su intuición de padre le susurraba que algo más estaba pasando, especialmente entre su hija y Leandro. Clavo en ella una mirada inquisitiva. ―¿Qué está pasando, Irene? ¿Hay algo que no me estás diciendo? ― preguntó con voz grave resonando en el salón. Irene titubeó, tentada a confiar en su padre, pero recordando las palabras de Leandro, optó por la negación. ―Nada, padre. Solo algunas tensiones momentáneas entre los lobos. Nada que no pueda manejarse. El viejo alfa entrecerró los ojos y miró fijamente a su hija. Su experiencia le decía dos cosas, la primera era que le mentía descaradamente y la segunda que ella y el hijo mayor de Brutus se traían algo entre manos. A decir verdad, él había aceptado que Leandro compitiera, únicamente para vengarse, sabiendo que había lobos más jóvenes que él y con la fuerza necesaria para vencerlo, estaba seguro de que su muerte llegaría d
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