Amir cuido el sueño de su hermana, una vez más, como lo hizo en el cementerio, como lo hizo en el avión, acaricio su mejilla y su cabello con suavidad y tranquilidad, lleno de paz gracias a tenerla a ella a su lado, su pequeña hermana, se notaba que su vida no había sido fácil, mucho menos buena, la impotencia lo embargaba una vez más, se preguntaba qué tan diferente hubiera sido si él la hubiera encontrado antes. Sonrió al recordar que fue a Turquía con la idea de secuestrar a Jamil, tomar un poco de su medula y seguir con su vida, no estando dispuesto a relacionarse con ellos, los que lo vendieron, los que lo rechazaron solo por nacer débil, y nuevamente sonrió a ese pensamiento, débil, si lo era, cuando era un bebé, pero luego creció, fuerte, inteligente, buscando su propio lugar en la mafia, se hizo de un nombre temible, el diablo, quien lo nombrara era amigo o enemigo, pero causaba miedo en ambos, aun así, comenzó a sentirse cansado, débil, y entonces lo descubrió, estaba enfermo
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