Todos los capítulos de Los Hijos Secretos del Alfa: ¡Luna, Regresa!: Capítulo 21 - Capítulo 27
27 chapters
21. Hasta que nos volvamos a encontrar
Dos días después, se despertaron más temprano de lo normal. La manada de Tierra les había dado provisiones y monturas, y también su bendición. Se encontraban en la frontera norte, listas para hacer una pequeña visita que resolvería sus dudas de una vez por todas. Se giro para despedirse del pequeño grupo que las acompañaba a la salida. —Eres bienvenida aquí cuando quieras —le dijo la madre de Tauriel, Irene—. No todos los cantos llaman a una pareja. Algunos, como el tuyo, sanan grietas en lo más profundo del alma. Esperamos tu regreso, Dayleen McNally. Aquellas palabras la conocieron mucho. Hasta hace unas semanas, todavía era la paria de su manada, la había exiliado y nadie buscó justicia por ella. —Gracias, Luna Madre. Me siento bendecida con su recibimiento, y espero poder volver pronto. Hasta que nos volvamos a encontrar —se despidió con un nudo en la garganta. La mujer sonrió con cariño. —Hasta que nos volvamos a encontrar —luego volteó su mirada hacia Annika—. Salúdame a
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22. ¿Quién era mi padre?
Tragando saliva, Dayleen camino detrás de la basura de Annika con el corazón palpitando. —Eryn era un sol. El de toda persona que la conociera, en realidad —dijo la abuela, guiándolas hacia adentro—. Y tú… tienes su fuego. No solo hablo de que seas de la manada de fuego, hablo de lo que hay en tu corazón. Viene de familia, supongo.Se sentaron junto a la chimenea mientras el atardecer hacia brillar los cristales con una luz dorada muy hermosa.Dayleen sentía que algo se removía dentro de ella al escucharla decir: "familia" otra vez. Pensó que esa palabra estaría fuera de su vocabulario durante mucho tiempo.—Disculpe que le pregunte esto pero, ¿mi madre alguna vez habló de mi padre? —preguntó sin aliento. Era probable que pudiera conocer la identidad de su progenitor de una vez por todas.La abuela bajó la mirada.—No mucho. Solo decía que lo amaba más de lo que debía. Que era peligroso para ti que él estuviera cerca. No quería que nadie supiera que existías, tu sola existencia era u
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23. Herederas de la Diosa
Esperó por una respuesta con la ansiedad recorriendo su cuerpo. Lo que ella decía no tenía ningún sentido, porque...Tiky asintió lentamente. —Mi nombre completo es Rattiky McNally. Soy hermana de Arwen McNally, tu abuela Dayleen. Nunca relacionaron a Annika contigo porque ella recibió el apellido Strong de su padre, y su madre adoptó el apellido de él al casarse. Pero cuando escuché tu canto anoche, Dayleen… sentí a mi hermana en ti. Y comprendí que el fuego corre igual en ambas.»Con el tiempo Eryn se dió cuenta de que Annika era familiar suyo. Y fue ella quien me ayudó a proteger a mi dulce niña de la Luna Agatha.Annika se cubrió la boca con la mano, y Dayleen sintió un nudo apretarse en su estómago. —¿Entonces… somos primas? —susurró. —De sangre, claro —dijo Tiky, tomando sus manos—. Pero hay algo más… algo que muy pocos saben. Y debe mantenerse en secreto por ahora. Se levantó, caminó hacia un viejo baúl y sacó una caja forrada en cuero y seda. Dentro, había documentos a
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24. Ella ya no te pertenece
El fuego crepitaba débil en el centro de la sala principal. Sebastián miraba el inventario de la manada con el ceño fruncido y las manos firmemente apoyadas sobre la mesa de piedra. Las provisiones no alcanzarían para otra semana. No si el bloqueo de la manada de Tierra seguía. Comenzaba a creer que algo peligroso estaba pasando, pero primero necesitaba asegurarse de ello. La puerta de su cabaña recibió un toquido suave pero urgente. —Adelante —declaró con un tronido. Rápidamente entraron los visitantes que esperaban fuera. —Ya no tenemos carne fresca —dijo uno de los soldados—. Los cazadores están yendo más lejos cada vez… y no regresan todos. Sebastián apretó la mandíbula. La desesperación comenzaba a hacer estragos en los ojos de su gente. Y aunque no lo dijera en voz alta, sabía que era su culpa. La guerra silenciosa que había iniciado, la desconfianza, las decisiones impulsadas por rabia y… por Aria. Aria. Siempre susurrándole cosas que le hacían vacilar de sus decision
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25. Bendiciones y maldiciones
La vida con Rattiky no era fácil. Cada amanecer traía consigo nuevas tareas, nuevas preguntas que no tenían respuesta. El frío del bosque se metía en los huesos, y la humedad constante parecía calarle hasta el alma. Pero era allí, donde Dayleen empezaba a entender... que no era una loba común. Había pasado una semana desde que Dayleen llegó al refugio de Rattiky, fue una semana llena de más preguntas que respuestas, además de mucho esfuerzo físico y mental. La anciana creía que ella tendría un papel fundamental en los planes de la Diosa Selene, así que la presionaba para que intentase descubrir su potencial. Decía que sus poderes solamente estaban dormidos. «Yo le haría casi si fuera tú, necesitamos nuestro poder en pleno si vamos a intentar iniciar una guerra con la manada de Fuego» luego bostezó y volvió a sumergirse en lo profundo de su mente. ¡A buena hora su loba se dormía! —Otra vez —ordenó Rattiky esa mañana, su voz áspera como la corteza de los árboles que las rode
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26. Tu magia está dormida
Dayleen abrazó sus rodillas, sintiendo el peso de esas palabras. Annika estaba a su lado, en silencio, su mirada perdida entre las llamas. —¿Nuestra familia... tiene que ver con ellos? —preguntó, aún sin atreverse a decirlo en voz alta. La anciana soltó una risa áspera. —De algo incluso más antiguo. —Sus ojos parecían encenderse con cada palabra—. Antes de que existieran las manadas como las conocemos, antes de que el Fuego, el Agua, la Tierra y el Aire se separaran, había clanes que custodiaban el equilibrio del mundo. Nuestro linaje... era uno de ellos. —¿Por qué siento que hay algo que me estás queriendo decir? —preguntó, aunque en el fondo ya intuía la respuesta. Rattiky sonrió, una sonrisa triste y cargada de secretos. —Porque eres una pieza clave. La Diosa Selene se lo dijo a mi madre, la niña que nace del Fuego con el eclipse del día en que se corona al nuevo rey. Esa eres tú, Dayleen. Naciste el día en que el Rey Alfa fue coronado, durante un eclipse —susurró con e
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27. Renunciando a su amor
- Sebastián -Espoleó a su caballo para que se fuera prisa, todo su batallón le seguía como si fueran uno solo. No por nada eran la manada más fuerte, tenían a todo el Ejército Imperial a su cargo, su Fuego Eterno era capaz de llenar de energía a cada soldado durante una década si así lo decidiera.El Rey anterior, Loras Knight, les había dado su placa del ejército después de que su abuelo sellase la barrera junto con el Gran Alfa de Tierra. Esa barrera costó su vida, todo su poder y la sangre de cien alfas... la larga línea de alfas de las que venían tenían un gran poder si se sabía usar en el día y momento indicado, pero venía con una maldición: el cincuenta por ciento de sus bebés morirían. Eso les había valido toda la confianza del Rey, y recibieron todo el poder militar.Aún recordaba a su madre llorando cada vez que le acariciaba el rostro, por todos los hijos que perdió antes de darle a luz. Y todos los bebés que perdería después, antes de tener por fin a su hermana.Sintió que
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