—Les queda poco tiempo, caballeros… en su lugar lo utilizaría para despedirme de la perra cazadora—se burlo Pixy, mientras reia de forma sarcástica.Sin embargo, aquella risa duro poco, cuando su cuerpo comenzó a endurecerse, volviéndose tan rigido como la piedra bajo sus pies.>—No… mi señor, no…—comenzó a decir ella.Pero era demasiado tarde, antes de tan siquiera comprenderlo, el señor de las sombras se habia desvanecido en el olvido, llevandose consigo la promesa de vida que le habia ofrecido.—Selene, lo logro—dijo duditativo Castiel, antes de volverse hacia la cazadora tendida en el piso. Demasiado palida, demasiado fría—. No… no… no… vamos Selene, no puedes morir.Dimitri fue el primero en lanzarse sobre ella, envolviendo su cuerpo entre sus brazos, mientras intentaba tomar sus pulsaciones. No habia respuesta.—No puedes morir, no asi… no es justo—gruño Dimitri, mientras la elevaba entre sus brazos—. Me niego a aceptarlo.—Hermano… dejala ir, ella ya no esta aqui. Es demasiado
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