Aunque quiera detenerme, pensar en que un hombre como Helmut, fuera mi esposo, era demasiado ilógico y era ese imposible, lo que me dificultaba detenerme. Por eso, incluso lloré de tanto reírme.—Madre, si sigues así, te va a doler el abdomen— dice Ariana preocupada siempre por mi salud.—Lo siento, pero, realmente no vi venir esa respuesta— digo en un susurro y Helmut traga duro.—Entonces, ¿vamos a salir? — pregunta Helmut y yo asiento.—Claro, si los niños quieren salir, yo estoy de acuerdo— digo y Helmut observa a sus hijos—Yo siempre quiero salir, el aguafiestas es Albert. Tan molesto que incluso inventa cosas extrañas— dice Ariana y su hermano esta por decir algo, pero, Helmut niega.—Mejor pensemos en algo que hacer— dice Helmut y Ariana asiente.—Tengo ganas de ir a un circo, ¿hay alguna posibilidad de ir a
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