Samantha coloca una rosa roja sobre mi tumba, resaltando sobre las blancas que han dejado mis padres. Acaricia el relieve de mi nombre sobre la lápida y sorbe por la nariz, sonriendo con tristeza.—Lamento no haber en mucho tiempo… —musita, enderezándose en su lugar, sobre la grama—. Solo que el tenerte siempre alrededor me parece mejor que venir a hablarle a una lápida. No sé cuándo aceptaré que esta es la realidad…Se limpia las mejillas y acaricia su vientre. Yo me siento junto a ella y coloco la mano sobre la suya, queriendo tocar a mi hijo.Mi hijo, un varón. Me pregunto si el destino escribe nuestra historia y se ríe de las ironías que interpone en nuestros caminos…—Desearía que las cosas fueran distintas, pero el destino no lo quería de esa forma, ¿no? —continúa—. Yo tengo que confesarte algo, Dyl, y sé que no te va a gustar, lo comprendo a la perfección. Yo todavía lo estoy asimilando, si te soy sincera.Cierro los ojos, esperando lo peor.—Quiero estar con Jeremy, no ahora,
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