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Todos los capítulos de ENTRE EL AMOR Y EL ODIO: Capítulo 211 - Capítulo 220
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211 - Una sonrisa que oculta su agonía
A medida que los días avanzan, el corazón de Rebecca permanece destrozado. Aferrándose a la esperanza de una resolución, encuentra refugio en los raros momentos de serenidad con sus hijos en la habitación del hospital, sus momentos de paz en medio de la tormenta diaria. Después de un mes desde el fatídico acontecimiento que los sumergió en una ola de sufrimiento, Rebecca es liberada para regresar a casa. Aunque Alex todavía está en la unidad de cuidados intensivos, a ella le dan permiso para permanecer a su lado.Al entrar en la habitación y encontrarse con el hombre que siempre irradió fuerza, ahora envuelto en fragilidad, conectado a una compleja red de aparatos, las lágrimas fluyen y ella se acerca lentamente a la cama. Sentándose en la silla junto a él, sostiene con ternura su mano, apoya la cabeza en su pecho, capturando los delicados latidos del corazón que, aunque debilitado, aún late con la promesa de vida. Con la mano libre, acaricia suavemente el rostro dormido del hombre al
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212 - Mi alma se unirá a la suya
Después del enfrentamiento, Rebecca intentó revertir la decisión de la justicia, pero fue derrotada en todas las instancias. Su corazón se hundió en la amargura y la tristeza la envolvió como una sombra. El odio se convirtió en su sórdido compañero, llevándola a restringir severamente el contacto de los gemelos con la familia de Alex. Sabía que no debería involucrar a los niños en este asunto, pero quería que Ana y los demás sintieran el sufrimiento que ella estaba experimentando. En este período oscuro, Rebecca se dedicó por completo a Alex, valorando cada minuto a su lado. Las palabras de Ana resonaban incesantemente en su mente, especialmente cuando veía a los hijos solo durante las visitas organizadas por María.A medida que los días avanzaban, su corazón parecía romperse un poco más en cada momento. En enero, en el cumpleaños de Alex, ella está en la habitación con los hijos. Aunque Alex no responda, entonan un emotivo "feliz cumpleaños", mientras las lágrimas caen de los ojos de
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213 - El dolor luchará con el vacío en mi alma
Al día siguiente, Richard decidió darle algunos días a los amigos para que pudieran visitar a Alex antes de la llegada de la fecha límite. En la mañana nublada, la habitación estaba llena de amigos, cada uno llevando consigo sus arrepentimientos y la tristeza se reflejaba en las miradas de todos. Rebecca, inmersa en sus pensamientos, contemplaba el paisaje fuera de la ventana, totalmente ajena a las conversaciones que resonaban en la habitación.– Observando el paisaje afuera, inevitablemente, recuerdo una característica distintiva de Alex. – Susurra, capturando la atención de todos. – Solía ponerse así, frente a la ventana, en momentos de irritación o cuando necesitaba reflexionar. A veces, permanecía en esa postura durante horas. Me encantaba observarlo, abrazarlo por detrás y simplemente perderme en aquel momento, absorbiendo la tranquilidad del mundo exterior. En algunas ocasiones, veo a Olga y Nicolás replicando ese comportamiento, son tan parecidos a su padre. Alex no mintió al
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214 - La certeza de que no estaba soñando
Al regresar al hospital, Rebecca decidió llevar a sus hijos todos los días para que aprovecharan al máximo el tiempo en la presencia de Alex, asegurando que su memoria nunca se borrara. Observar a los pequeños divirtiéndose en la habitación y, en algunos momentos, intercambiando palabras cariñosas con su padre, palabras que, lamentablemente, no recibían respuesta, apretaban el corazón de Rebecca. En ciertos momentos, una sonrisa aparecía en su rostro al imaginar cuánto Alex la reprendería por romper la rutina de los niños. Cada nuevo día, un fragmento se retiraba de su corazón. El ambiente estaba envuelto en una mezcla de alegría y melancolía, mientras la familia se sumergía en momentos que parecían eternos, creando recuerdos preciosos destinados a resistir al tiempo.Después de dos semanas del cumpleaños de Alex, el calendario adquiere un carácter sombrío, transformándose en una dolorosa cuenta regresiva de lo que está por venir. Inmersa en sus pensamientos, Rebecca observa el paisaj
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215 - Me encantan estos momentos
A medida que los días avanzan, Alex continúa sometiéndose a una serie de exámenes y en todo momento, Rebecca permanece a su lado. Su vida se reduce a la alternancia entre momentos con los hijos y la constante presencia al lado de Alex en el hospital. Los signos de esta rutina desafiante son visibles en su cuerpo, con ojeras profundas y una silueta más delgada. Sin embargo, el cansancio físico no se compara con la inmensa felicidad que ella lleva consigo.– Srta. Jenkins, buenos días. – Saluda el médico al entrar en la habitación, acompañado de Richard.– Dr. Carter, buenos días. – Responde con una sonrisa.– Rebecca, estás fatal, necesitas disminuir el ritmo. – Observa Richard, al notar las ojeras profundas en su rostro.– Buenos días también para ti, Richard. Estoy bien, no te preocupes. ¿Cuáles son las novedades?– Srta. Jenkins, como mencionamos anteriormente, el Sr. Baker enfrentó un edema pulmonar, que tratamos en los últimos dos meses. Debido a la mejora en los exámenes, decidim
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216 - Son solo detalles
Después de aquella tarde, Alex persiste en los avances de las sesiones de fisioterapia, logrando dar algunos pasos independientes, aunque aún recurre a la silla de ruedas. En los días previos al cuarto cumpleaños de los gemelos, Richard, junto con el equipo médico, decide dar el alta a Alex. Es llevado de vuelta a su apartamento, ubicado cerca del edificio Wealth, donde Rebecca y los hijos se mudaron después de los eventos que marcaron sus vidas.– Bienvenido a casa, mi amor. – Susurra Rebecca al detenerse en la puerta. – ¿Quieres intentar entrar caminando? – Pregunta, colocándose frente a la silla de ruedas, y Alex asiente con la cabeza.Rebecca extiende la mano y lo ayuda a levantarse, caminando lentamente tomados de la mano. Aunque conoce todos los detalles del lugar, ella le guía por todas las habitaciones, especialmente hasta el dormitorio de los gemelos, la única habitación diferente de la casa. Una sonrisa aparece en el rostro de Alex al ver el dormitorio de sus hijos.– Pronto
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217 - El mejor regalo que tengo en la vida
Después de contemplar a Rebecca durante largos minutos, con su corazón latiendo rápidamente de alegría al estar finalmente con la mujer que ama y su familia completa, sin amenazas a la vista, Alex se llena de felicidad. Con sonrisas radiantes, se dirige al baño para realizar su higiene personal. Al regresar, se sorprende al encontrarse con Rebecca, sentada sensualmente en la cama, vistiendo solo lencería blanca. Ella lo observa maliciosamente y sonríe, mientras sus ojos recorren su abdomen.– Creo que deberíamos retomar el gimnasio para recuperar nuestra buena forma, mi amor. – Provoca, arrancándole una sonrisa. – Pero, ¿qué tal si hacemos algunos ejercicios ahora? – Sugiere con una sonrisa sugerente.Alex se acerca a la cama y se sienta frente a ella, contemplando la mirada de deseo que ella lleva consigo. Desliza sus manos por el contorno de su cuerpo, deteniéndose en los brazos y observando atentamente algunas cicatrices de la noche aterradora compartida. Absorto en sus pensamiento
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218 - Pasé el último año expresándote mi amor
En la segunda semana de febrero, al regresar del hospital, Alex se encuentra con un hogar en silencio. La ausencia de voces familiares lo lleva directamente a un largo baño. Después de aquel momento de renovación, Alex se viste y se dirige a la sala del apartamento.A medida que se acerca a la cocina, voces familiares capturan su atención. Al entrar en la habitación, encuentra a Rebecca inmersa en una conversación seria con los hijos. Se apoya en el marco de la puerta, observando la escena con una mezcla de curiosidad y cariño.– Nicolás, por supuesto que no puedes jalarle el cabello a tu hermana. – Declara Rebecca, su mirada transmitiendo seriedad mientras se dirige al hijo en la silla. – Pídele disculpas ahora. – Ordena, ejerciendo su autoridad materna.– No lo haré, mamá. Ella me molestó, se lo merecía. – Replica Nicolás, desafiando a su madre. Alex permanece en silencio, absorbiendo la dinámica familiar que se desarrolla ante él.– Nicolás, no volveré a hablar contigo, no me provo
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219 - La única dueña de mis sentimientos
En la mañana siguiente, Rebecca se despierta radiante después de la emoción de, finalmente, escuchar la voz de Alex nuevamente. Se estira en la cama, envuelta por el agradable aroma del café que impregna la habitación, y pronto se levanta para realizar su higiene matinal. Concluido el ritual, se dirige al comedor, donde encuentra a su familia reunida, compartiendo un acogedor desayuno.– Buenos días, mis amores. – Saluda, depositando cariñosos besos en las mejillas de los hijos y un suave beso en los labios de Alex.– Buenos días, mamá. – Responden los gemelos al unísono.– ¿Cómo fue tu noche de sueño, querida? – Pregunta, observándola sentarse a su lado.– Maravillosa, mi amor. – Responde, con entusiasmo, recordando la noche anterior. – Tu hermana nos invitó a almorzar. – Informa, notando la expresión fruncida de Alex. – ¿Hay algo mal?– Hablamos después de que regrese. Llevaré a los gemelos a la escuela y tengo una consulta. Despertaste tarde, tendrás que terminar el desayuno sola.
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220 - Palabras no significan nada
Después de la mañana en que decidieron dejar el pasado atrás, Alex y Rebecca continuaron disfrutando plenamente de sus días, apoyándose mutuamente de manera incondicional. Algunos días después, Alex finalmente cedió a las insistentes invitaciones de sus hermanas y, acompañado por su familia, se unió al grupo de amigos. Al llegar a la casa de Camila y Saulo, fueron conducidos a la elegante sala de comedor, donde todos estaban reunidos, envueltos en animadas conversaciones.– En fin, decidieron aceptar mi invitación. – Afirma Camila, observándolos con una sonrisa significativa.– Papá, puede hablar, papá puede hablar. – Ecoan los gemelos, sujetando las manos de los padres, creando un momento de ternura que hace que Rebecca y Alex se miren, mientras todos los presentes los observan con sorpresa.– Dejen de mirarme. – Ordena Alex, con una expresión seria. – Parece que voy a tener que enseñarles el valor de guardar algunos secretos, mis hijos. – Afirma, observando la conmoción entre los pr
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