Esa mañana Scott despertaba en una enorme cama como de costumbre, pero esta vez era diferente, estaba junto a esa chica que como un huracán había llegado a su vida y nunca se sintió tan bien a la hora de despertar, acarició suavemente su espalda desnuda, quería sentirla sin despertarla, eso era demasiada tentación, levantó suavemente las sábanas para ver su cuerpo mordiéndose los labios recordando esa noche.Teniendo cuidado de no despertarla se levantó con la mejor de las sonrisas, fue al baño y se preparó para bajar al gimnasio del hotel, antes de salir dejó una flor junto a la almohada que venía la noche anterior en la mesita con las frutas.En realidad, no era mucho lo que quedaba de esa mesa, recordó en un momento haber jugado con esas fresas con crema poniéndolas en el vientre de Mariela, fue el juego erótico más excitante, en su vida había despertado con tantos deseos por una mujer después de una noche de pasión.En su camino al gimnasio incluso vio al gerente que apenas se top
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