PAPÁ CEO: 15. ¿Por… qué me estabas rompiendo la ropa?
La besó y probó de manera intensa, casi insensata, como si ella fuese esa meta al final de la última carrera. Y desesperado por sentirla todavía más cerca, posó su mano en su cintura mientras la otra la aferraba posesivamente a su nuca. Ella tenía los ojos completamente abiertos antes del impacto, pero, a medida que esa boca la empujaba a un abismo sin retorno de locura y sensaciones desconocidas, sintió que como pluma al viento se desvanecía. Lo recibió sin reparo alguno, ansiosa, dispuesta, nerviosa, y dejó salir su lengua en busca de la suya con tímida valentía. Thiago se mostró asombrado por el grato recibimiento y profundizó el arrebato, pero sabía que un beso con ella no bastaría, que quería más, su propio cuerpo se lo exigía, así que de a poco, sin intención de abandonar su boca, la arrastró a ciegas hasta la cama. Alexia se dejó llevar sin objeciones, confiada, y enroscó temblorosa las manos alrededor de su cuello como si él fuese su tabla salvavidas. Ella no sabía lo que es
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