-Déjame ayudarte- exclamó la azabache a su amado, mientras lo ayudaba a recostarse en la cama.Habían pasado tres días desde la golpiza que le habían dado los matones de Daniel, y la clínica le había dado finalmente el alta, ya estaba fuera de peligro, aunque aún las heridas eran visibles.Para Adrian esos tres días internado fueron un martirio, y no por el dolor de los golpes en todo su cuerpo, sino porque no podía hacer nada por recuperar a Emma, desperdiciando cada segundo que podría haber estado haciendo algo por la pequeña.El ex CEO se recostó en unas mullidas almohadas y se dejó abrigar por Emilia, quien no se había alejado de su lado ni un segundo, siendo su ángel guardián personal, curando sus heridas, cocinando para él y velando su sueño.Adrian estaba maravillado por esa mujer, que lo cuidaba como su madre nunca lo había hecho, pero a la vez se sentía culpable, se sentía un estorbo.Él debería ser quien cuidara de Emilia.Su amada se acercó a su rostro, quitando las vendas
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