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Todos los capítulos de La Esclava Árabe del CEO: Capítulo 61 - Capítulo 70
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Capítulo 61: La leona que vive dentro de ella
―¡Viktor! ¡Qué gusto me da recibirte! Hacía mucho que no nos visitabas ―dijo Mikhail con una enorme sonrisa, disfrutando tener el control. Sabía que tenía su pie en mi cuello y no me mostraría altanero o grosero mientras mi hija estuviera en sus manos―. Layla… es bueno verte de nuevo. Su tono cambió, con ella se mostraba piadoso y parecía comprensivo. ―Mikhail… Sabes por qué estamos aquí ―dijo Layla acercándose dócil, causando estragos en mi hermano que parecía compartir su tristeza―. Regrésame a mi bebé, por favor. ―Layla… ―Tuvo que desviar la mirada para no sucumbir ante la dulzura mezclada con agonía que derrochaba mi hermosa mujer―. Lo siento, pero… no sé de qué hablas. Guardé silencio, pues era consciente de que mi hermano tenía un corazón muy débil y la forma en la que la actitud de Layla comenzaba a dominarlo, era más que suficiente. Mikhail no necesitaba de fuerza bruta y opresión. Era terco como una mula, pero dócil cuando lograbas endulzar su oído. ―Sabes de lo que habl
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Capítulo 62: Solos, pero juntos
―¿Estás de acuerdo en que Mikhail se quede con mi hija solo para satisfacer a ese hombre y no perder el dinero que les dará? Creí que estabas en contra de esa cultura, que odiabas a cualquiera que no tuviera nuestro tono de piel, pero a este hombre lo dejas definir el futuro de la empresa ―dije sorprendido e iracundo. Claramente mi madre podía ignorar cualquier diferencia cultural si había una cantidad considerable de dinero en la mesa.―¡Viktor! Entiende… No me gusta esto, pero si no lo permito, la empresa se irá a la ruina. Tú mismo absorbiste a muchos inversionistas. No podemos darnos el lujo de seguir perdiendo… ―Caminó hasta la ventana y al asomarse, sonrió. Estaba seguro de que veía el auto y dentro de este a Layla, quien había preferido esperarme, y no la juzgaba. Después de lo ocurrido el
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Capítulo 63: El frío de su ausencia
―Perdón por no haber protegido a Azhar… ―dijo André sollozando mientras lo arropaba entre sus cobijas. Parecía cansado de llorar y el arrepentimiento pesaba en su corazón. Se sentía responsable de su hermana y no había forma de hacerlo cambiar de opinión. ―Mi amor… No fue tu culpa, nunca te culpes por lo que ocurrió… ―Apreté mis labios queriendo aparentar fuerza, pero me dolía el alma. De pronto ambos volteamos hacia el umbral de su puerta donde Viktor se asomó―. Nosotros fuimos los únicos culpables, por darle prioridad a nuestros conflictos antes que a ustedes. En cuanto mi amado compañero agachó la mirada comprendí que él pensaba igual que yo. Perdimos de vista lo importante, nos fijamos más en los que nos rodeaban, en lo que dirían, en nuestros propios rencores y diferencias. Si hubiéramos estado unidos desde un principio, nadie hubiera podido lastimarnos ni arrancarnos a nuestros hijos. Ahora pagábamos con creces nuestros errores. ―Es hora de dormir, leoncito ―dijo Viktor con
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Capítulo 64: Te amo tanto, que duele
Cuando volteé, vi a Viktor sobre su silla, acercándose a las puertas, la nieve comenzaba a blanquear su cabello y su mirada era profunda y cargada de reproche. Se sentía traicionado. ―Por favor, entrégale a la niña, ya me tienes a mí… ―le supliqué a Mikhail.  ―Primero tengo que hablar con el jeque… No puedo soltar a la niña hasta que vengan por ti ―contestó agachando la cabeza, parecía apenado y no sabía si creerle. ―¡Layla! ¡Mírame a los ojos y con la frente en alto! ¡Ten el valor de abandonarme con dignidad! ―insistió Viktor con los dientes apretados. Estaba sufriendo tanto como yo, lamentaba que no se hubiera dado cuenta de mi nota hasta mucho después.  Me acerqué unos pasos para poder verlo mejor. Le dediqué una sonrisa escueta, reflejo de mi propio dol
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Capítulo 65: Enamorados de la misma mujer
Aunque la doctora Duran había hecho maravillas y recuperé tanto mi sensibilidad como mi movilidad, aún era una tarea complicada moverme como antes y dependía de un bastón. ―Apenas llevo un par de días levantándome de esa silla. No quería hacerlo oficial hasta que tuviera a mis hijos conmigo y a Layla a salvo.  ―Querías mantener un bajo perfil… Muy inteligente ―dijo Mina orgullosa.  ―Tus enemigos se confían cuando creen que eres débil… No se esmeran de la misma forma ―contesté―. Así que guarda el secreto. ―Soy una tumba ―agregó mientras se abrazaba a mi torso, haciéndome recordar que la única en la que podía confiar era ella, mi pequeña hermanita alcohólica―. Entonces… ¿Iremos a Dubái? ―Yo iré a Dubái… Tú te quedas…  Leer más
Capítulo 66: La visita de papá
Mi tacto hizo retroceder a la mujer, comportándose como un animal herido y lleno de miedo. No quería ni imaginarme todo lo que había pasado al aceptar casarse con Zayn. Samar se había encargado de convencerla de escuchar el plan, pero no nos aseguraba que querría participar.  ―Cualquier acto en contra del jeque y su familia termina en muerte… ―dijo con desconfianza.  ―Solo si nos atrapan ―contestó Samar con una gran sonrisa. Para ser tan joven, su falta de miedo hacia la muerte, me sorprendía. ―¿Te gusta vivir en el palacio? ¿Te agrada compartir la cama con Zayn? ―inquirí atento a la chica, su nerviosismo y mirada vidriosa delataba su inconformidad, pero no lo admitiría tan fácil.  ―Ellos… me… ofrecieron una oportunidad que no podía despreciar… yo… ―co
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Capítulo 67: El secuestro de un príncipe
―Quiero ver que entreguen a Azhar a su padre antes de irme a Dubái ―exigí con voz firme.―¿Ahora ya demandas? ―preguntó Sheik aparentemente divertido―. ¿Qué harás si solo te llevo a la fuerza y dejo a esa niña abandonada en la calle? ―Solo recuerda que soy quien dormirá en la misma cama que el príncipe, cerca de su cuello ―contesté―. Si mis hijos están en peligro soy capaz de lo que sea. Si ellos no tienen paz, entonces tampoco ustedes la tendrán.Escondí mi nariz en los suaves cabellos de Azhar, sin importarme las miradas sorprendidas clavadas en mí. Pelearía a mi modo. Si mis hijos no estarían bien, entonces el hijo del jeque tampoco. Si no lograba cortar el cuello de Zayn, entonces era capa
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Capítulo 68: Su única neurona
El príncipe había sido encerrado en el sótano que por cierto estaba completamente oscuro. Según yo, tenía entendido que una cadena lo tenía atado por el tobillo a la cama y sus manos estaban esposadas. Aun así, aunque pareciera indefenso, encendí la luz y me acerqué con sigilo. Parecía dormido e incluso con esa sangre seca y el moretón en su rostro, se veía atractivo. Me sentía como en la película de la bella durmiente, ¿este príncipe también se despertaría con un beso de amor? No pude evitar sonreír mientras la malicia bullía dentro de mi pecho, y dejé caer toda el agua en su cara. Ni loca lo despertaría con un beso. Cuando se levantó alterado de la cama, sacudiendo su cabeza y luchando con la sensación de ahogamiento, le arrojé el paño. ―Límpiate… Yo sé que puedes solo ―dije mientras me empinaba la botella. ―¿Por qué no me sorprende que estés detrás de esto? ¡Dónde está el maldito de tu hermano! ―graznó iracundo y se quiso levantar de la cama vieja, pero su tobillo estaba enca
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Capítulo 69: Dispuesto a morir por ella
MINA―Te juro que si traicionas a mi hermano… ―Tenía el pecho hinchado de rabia. ¿Cómo podía Viktor acceder a los planes de este hombre? ¡Era el puto hijo de jeque! Viktor había aceptado el plan de Zayn, y aunque estaba seguro de que la ambición del príncipe era más grande que el amor que le pudiera tener a su padre, yo no estaba del todo convencida. Mientras el momento llegaba, revisaba la nariz del príncipe como si fuera doctora y le daba medicamentos para el dolor. ―¿Qué harás? ¿Me secuestrarás como hizo él y me mantendrás el resto de mi vida amarrado a una cama? ―preguntó Zayn y una pizca de lujuria brilló en sus ojos y migró hacia su sonrisa―. Suena tentador. <
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Capítulo 70: Zayn jaló el gatillo
Las copas de los árboles estaban pintadas de blanco, empujar la silla hacia el punto de intercambio fue difícil, pero aún no me sentía listo para desenmascararme. En ese momento, mientras uno de mis guardaespaldas mantenía sujeto por un brazo a Zayn. Vi como un auto negro con vidrios polarizados se detenía a unos metros. Sheik y el jeque salieron cubiertos por abrigos pesados y voluminosos que entorpecían sus movimientos, pero también podían cubrir perfectamente cualquier arma. Con delicadeza, un par de manos atadas por una soga gruesa, tomaron la mano de Sheik. Unos finos tobillos se asomaron y entonces la vi, tan hermosa y cautivadora. Mi corazón se aceleró, deseaba tenerla en mis brazos. Sus encantadores ojos, incluso torturados por las circunstancias, brillaban de esa manera tan dulce. Leer más