Sus palabras no mejoraron mi humor, mis ojos se llenaron de lágrimas, pero no era como si hubiera algo que pudiera hacer para que las cosas mejoraran. ―No me agrada ese hombre, pero… me vi reflejado en él. Se arriesgó por ti, como yo lo haría por Layla, y entendí que era un hombre profundamente enamorado pese a cuanto lo odie. ―Pues… Ya no debes de preocuparte… Se fue… ―dije y no pude controlar mis sollozos. En tan poco tiempo había causado toda una revolución dentro de mí y comenzaba a extrañarlo. ―Aquí tienes una vida, un trabajo, una familia, pero sé que ese hombre se fue con tu corazón. No quiero dejarte ir, porque eres mi pequeña latosa, siempre lo fuiste y aún me duele
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