―¿Vendrás conmigo o te quedarás con él? ―dijo Viktor con molestia, abriendo la puerta para mí.Apesadumbrada entendí que el día de asesorías había terminado. Ignorando su mala actitud, regresé sobre mis pasos, llegando ante el señor Volkov que en silencio se torturaba con las palabras de su hijo.―Gracias por la clase de hoy ―dije con una sonrisa tierna, queriendo consolarlo, pero sin saber cómo. Sin que se lo esperara, lo abracé con ternura, como hubiera hecho con mi padre si hubiera sido por lo menos la mitad de bueno conmigo, como lo fue el señor Volkov. Antes de disolver el abrazo, agregué: ―Nos vemos la próxima semana. Le ofrecí una sonrisa dulce y di media vuelta, alcanzando a Viktor que parecía descontento con mi gesto rebelde. No me importaba lo que pensara, no podía dejar a ese hombre solo en esta cabaña, tan lejos de la civilización y de sus hijos. Me había vuelto su única compañía y notaba que le era grato recibirme y volver a trabajar en lo que él había hecho por tantos a
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