Alba Los besos de Rhys siempre fueron suaves y dulces, un simple roce de terciopelo. Pero, estos labios son como quemarse en el fuego, a veces parecen dulces, casi tiernos como una caricia, luego parecen poseídos de una prisa, como si quisiera dejarme sin aliento. Me estremezco, y tiemblo, mi rostro cubierto de rubor, siento vergüenza de la reacción de mi cuerpo, algo late más fuerte que mi corazón y se siente tan bien, cuando debía sentirme mal. Su lengua se abre paso por mi boca, acaricia la mía, llenándome de su humedad, sus manos estrechan mi cintura, su aliento cálido me domina, es como si perdiera la razón, cuando quisiera empujarlo lejos de mí, me encuentro incrédula de mis acciones, abrazada a su cuerpo. Se despega de mis labios solo un poco, aún me mira con las pupilas grandes, y oscurecidas, por instinto mis labios van tras los suyos, pero el beso ha terminado, creo que lo olvidé. Sonríe, y vuelve a besarme, esta vez tan despacio, que me hace temblar. —Debemos dormir. N
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