Todos los capítulos de Tiempos de Venganza - Mi Insignificante Secretaria 2: Capítulo 61 - Capítulo 70
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A punto de mate
—¡Adelante! —se escuchó la voz de Brian por los auriculares de los equipos de radio que todos llevaban abiertos, así que podían escuchar las voces de los comandantes directamente.Fueron avanzando en medio de la lluvia de proyectiles, pero los agentes iban detrás de los vehículos de asalto blindados, por lo que ninguno había sido herido a las primeras de cambio. El helicóptero de los mafiosos hizo entrada desde un helipuerto cercano. El piloto maniobró para quedar detrás de las unidades para comenzar a disparar, pero se encontró con bazucas de misiles dirigidos que lo hicieron elevarse rápidamente mientras lanzaban bengalas para evitar que los cohetes detectaran el calor del motor.Sin embargo, la aeronave no dejaba de disparar ocasionalmente contra los vehículos y el personal de asalto que avanzaba hacia la guarida de los hombres de Scrubb. Algunos de los defensores habían caído por los disparos de los agentes de las dos agencias del gobierno.Brian había apostado francotiradores en
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El operativo resulta exitoso
La mayoría de los hombres que le quedaban a Scrubb se miraban entre ellos, la duda les asaltaba en esos momentos. Sabían que si no se rendían iban a terminar muertos, los agentes del gobierno no les habían dado cuartel, si seguían disparando eran hombres muertos.Scrubb los miraba también, casi que podía escuchar sus pensamientos.—Si alguno se atreve a dejar su arma y pretende salir por ese portón se puede dar por muerto —dijo escupiendo sangre, la herida que tenía en un costado le había alcanzado el pulmón.Casi todos ellos estaban heridos, unos levemente y otros con heridas mayores, y aún había otros que estaban heridos de gravedad en el sucio suelo del galpón.Pero ninguno se atrevió a tratar de abandonar el edificio, sabían que Scrubb les dispararía sin misericordia. Algunos estaban pensado en la manera de escapar con vida al menos, tal vez pasaran una temporada en la cárcel, pues solo eran empleados, y eso era mejor que una muerte segura.Afuera del galpón los hombres se prepara
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Algunas trabas molestan a Perlman y a Ivonne
Rachel estaba muy emocionada, a pesar de no haber podido participar en el operativo contra la banda de Scrubb, quien los había mantenido en jaque durante bastante tiempo. Brian le había dicho que habían puesto una orden federal de captura contra Víctor Case, el mercenario responsable directamente de la muerte de Randall Hamilton, y de quien se sospechaba que había disparado contra Patrick.También le había dicho que era solo cuestión de tiempo cuando capturaran a Grant Perlman y a Ivonne Coleman. Los interrogatorios que habían hecho a los hombres de Scrubb había dado muy buenos resultados. El fiscal general había emitido las órdenes de captura ante tanta evidencia, así que los días de libertad del par de tortolitos era cuestión de tiempo.Unas lágrimas, más de alivio que de pesar, corrían por el hermoso rostro de Rachel Hamilton. Al menos se haría justicia para su suegro y para su amado esposo., y en un tiempo bastante corto (eso esperaba) podría volver a una vida normal, sin tantos g
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De las sospechas a la certeza
Ese día Grant trató de comunicarse con el bufete de abogados que llevaba los asuntos de Alexander Grassman, pero la secretaria le dijo que los dos representantes de la firma estaban en la corte suprema atendiendo unos asuntos importantes y que al día siguiente ellos lo contactarían.A Perlman no le gustó para nada que le dieran largas, nunca había sido muy paciente porque le gustaban las cosas de inmediato, pero sabía, a pesar de su frustración, que no podía hacer nada para acelerar este proceso.Frustrado salió de la oficina y paso a buscar a Ivonne, comentándole las respuestas que había recibido de los abogados, pero esta lo tranquilizó, al fin y al cabo ellos iban a manejar todos los asuntos legales de la empresa, aparte de manejar la fortuna de Grassman a discreción.—No te preocupes, querido —le dijo Ivonne con su voz seductora— Cuando tengamos el manejo legal de la empresa despediremos a esos imbéciles y buscaremos a alguien más dispuesto a servirnos.—Está bien —dijo Perlman so
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De la rabia al pánico
A Ivonne no le gustó para nada el hecho de que Grassman hubiera escrito un testamento apenas dos días después de llegar de Italia. Se acomodó en su asiento y procuró que no se le notara nada en la cara, sin embargo, una tenue palidez se podía notar debajo de la capa de maquillaje que llevaba.El notario se dispuso a continuar la lectura después de una breve pausa.La lectura continuó con las disposiciones sobre algunos bienes menores que Grassmana dejaba a instituciones de caridad, como varias casas que estaban a su nombre en diferentes estados del país y que eran utilizadas por instituciones benéficas. Se disponía que las propiedades pasaran a manos de las instituciones que laboraban allí y que antes pagaban alquileres.También dejaba una buena cantidad de dinero a todo el personal que trabajaba en la casa de los Hamptons, incluyendo al jardinero, La mayoría de los empleados se mostraron emocionados e incluso algunos derramaron lágrimas al escuchar lo que les dejaban.Ivonne ya se es
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La humillación de Ivonne Coleman
Cuando recobró el conocimiento, Ivonne se dio cuenta de que estaba acostada en un cómodo sofá y que los abogados que había llevado con ella estaban a su alrededor así como una mujer, que tenía toda la apariencia de una secretaria de las oficinas del notario. Sintió la ácida fragancia de las sales aromáticas que habían usado para ayudarla a recuperar el sentido. Pero de inmediato todas las cosas vinieron a su mente y en verdad deseaba que todo esto hubiera sido un sueño producto de una mala digestión o algo parecido, pero al ver a las personas que la rodeaban y en especial, el sitio donde se encontraba, tuvo que aceptar la realidad. ¡Alexander Grassman la había dejado sin un solo centavo de su dinero! «¡El muy maldito! Me ha dejado en la ruina—era todo lo que se repetía en su mente, una y otra vez» —Ya estoy bien —dijo mientras rechazaba un vaso con agua que le estaban acercando a la boca, aunque tenía los labios y la garganta resecas como arena del desierto. Con algo de dificultad
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La herencia de Alexander Grassmann
Rachel estaba cambiando de ropa a los niños ayudada por la niñera y la agente Nolan, quien no había querido dejarla aún. —Todavía no hemos capturado a los cabecillas, agente Harper —le dijo a Brian cuando le informó que ya podía retirarse porque la inminencia de un ataque era muy poco probable— Mientras ese sujeto y la loca madrastra anden por allí ella y los niños no estarán cien por ciento seguros. Al final, Brian tuvo que ceder porque en gran parte ella tenía razón, igual habían retirado a la mayoría de los escoltas y también el equipo que custodiaba el edificio completo y la mayoría de los equipos que custodiaban la mansión Hamilton. Sin embargo Brian había dejado a dos hábiles agentes para su custodia personal, así como un buen equipo para resguardar la seguridad de la propiedad de los Hamilton. En particular porque no habían logrado capturar a Víctor Case, el escurridizo mercenario que causó la muerte del viejo Hamilton. No creía que este estuviera muy dispuesto a atacar a la
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Siguen las humillaciones y las sorpresas
Rachel bajó la carta que temblaba en sus manos. Brian se acercó para abrazarla y ella se aferró a él. Era tan doloroso que alguien hubiera hecho tanto mal a su familia, y también era doloroso saber que alguien estaba arrepentido y que eso no cambiaba casi nada. Al rato ella se soltó de los brazos de Brian y se limpió las lágrimas. —¿Y ahora qué podemos hacer? —le preguntó a Brian. —Eso depende de la información que nos haya dejado Grassman —dijo Brian quien tenía una actitud contemplativa— Me ha dejado sorprendido la actitud y posición de Grassman a última hora, pero lo entiendo y lo compadezco. —¿Sabes algo? —le replicó Rachel— Yo también siento compasión por él, es tan extraño. —Te entiendo —le dijo— Es raro sentir el dolor de otra persona como si fuera el de uno mismo. Rachel se limitó a asentir. Entonces tomó el sobre que estaba junto con la carta y se lo dio a Brian, quien lo abrió y se puso a leer para evaluar si la información era valiosa. Mientras Brian leía el material
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Se cierran las salidas
Ivonne y Grant estuvieron hablando un buen rato después de que Perlman se calmó, Ivonne lo dejó gritar y maldecir hasta que se sentó, agotado.—No sé cómo pude ser tan ingenuo —se quejó Perlman, ya más tranquilo— Debí suponer que Alexander era lo suficientemente astuto y desconfiado para poner a alguien detrás de nosotros.—No seas tan duro contigo mismo —le dijo Ivonne— Yo misma lo menosprecie bastante, pero resultó más astuto de lo que pensaba.—Sí, pero yo lo conocía demasiado bien —se lamentó— Debí saber que no era fácil engañarlo. Pero ahora me preocupa el alcance de su venganza, imagínate que si tuvo tiempo de hacer un testamento y de tomar medidas para que no pudiéramos mover ni un centavo de las cuentas, qué no habrá planeado para tendernos una trampa.Ivonne se quedó pensativa por unos momentos. Grant tenía razón, con Alexander no se podía jugar, una muestra de ello eran las humillaciones que le había hecho pasar. La pregunta ahora era: ¿Qué más había proyectado Grassman para
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Otro duro golpe para la perversa mujer
—¿Me podría decir desde donde se hizo este movimiento? —le preguntó al empleado.—Sí, por supuesto —dio para luego ponerse a teclear con rapidez en el terminal— Lo hizo usted misma, desde las oficinas de Grassman Corp. —dijo después de consultar la pantalla. Ivonne se puso pálida, porque la fecha era del mismo día que habían matado a Alexander Grassman. De inmediato supo que, de alguna manera, Alexander Grassman había averiguado acerca de la cuenta que ella y Grant habían estado alimentando con dinero de la empresa creyendo que este no se había dado cuenta.Ivonne se puso tan pálida que el joven cajero lo notó de inmediato.—Señora, ¿se siente usted bien? —le dijo con acento preocupado— ¿Hay algún problema con la cuenta?Las palabras del joven hicieron volver a Ivonne a la dura realidad.—No, joven, gracias —le dijo tratando de reponerse— Ya sé lo que ocurrió, no hay problema. ¿Me permite un nuevo formulario?—Aquí tiene, señora —dijo el joven mirándola con curiosidad— Si lo desea pu
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