101. ISABELLA
Estamos en la empresa, entramos sin dificultad. Es verdad lo que dice Christian, el auto del abuelo no deja ver quien va dentro del mismo. Tampoco lo reconoce nadie, por lo que entramos directo hasta el elevador, y subimos hasta el último piso sin parar. Así de esa manera, nadie de la empresa tampoco se dio cuenta. Nos reímos porque parecemos dos ladrones escondiéndonos de todos.—Ja, ja, ja…, hace rato que no me divertía ni me reía tanto —dice Christian cuando llegamos arriba.—Ja, ja, ja…, ni yo tampoco. Esto es nuevo para mí, ja, ja, ja… ¿Qué hacemos? Estoy segura de que si nos van a ver al irnos.—No importa, cuando se vengan a dar cuenta, ya no estaremos aquí. Quiero que esta semana, trabajemos primero en el discurso que tengo que dar en el aniversario de la empresa, segundo, en estos nuevos programas. Me di cuenta de que tanto Marta como tú, lo han hecho antes. ¿Me equivoco?—No, es con ese estilo de programas que trabajamos nosotras en Francia. Está sonando tu teléfono.—¿Mi t
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