—¡Baja la voz! Aunque este viejo, puedo reprenderte, desde que conociste a esa mujer, te has vuelto un respetuoso con nosotros, te dimos la vida, y educación, ten respeto— el señor Di Monti, habló con autoridad —dejanos solos, vayanse— ordena CristhoferEl señor Di Monti, le iba a responder, pero la señora Di Monti, interviene —déjalo querido, nuestro hijo necesita meditar, y ver su grave error al haberse casado con esa mujer— la pareja de ancianos se marchan.Cristhofer fija su mirada en la puerta, de la habitación de Lena, está decaído. —¡Señor!— se acerca Gutiérrez—Gutierrez, habla con el gerente, despide al doctor Sebastián, se metió en terreno ajeno, encárgate, de que no lo contraten en ningún hospital, antes no estaba seguro, pero ahora no me importa pasar por encima de nadie, así a Lena no le agrade, él me quiere quitar a mi esposa y no lo voy a permitir—descuide señor, no me tardo, pero usted no se ve nada bien—¿Cómo lo voy a estar?— soltó un grito desgarrante Cristhofer —
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