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Todos los capítulos de Quédate en mis brazos: Capítulo 31 - Capítulo 40
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31. Atrapada en la oscuridad
Susana Admitir que cometió el más terrible de los errores al casarse con Raúl, no fue nada sencillo, y es que, para Susana, los días y las noches pronto se convirtieron en todo un suplicio. El solo pensar en seguir viviendo a su lado era ahora inadmisible. La tarde siguiente de su noche de bodas, envió por ella y llegó a la hacienda de la familia, como le dijo Virginia, la chica del servicio. Una vez allí, solo lo vio durante dos días y al tercero, él regresó a la ciudad y la dejó allí, sin avisarle. No tenía voz alguna en la forma en que se llevaban las cosas en el lugar. Lourdes, su suegra, llegó un día después de irse Raúl, acompañada de su hija menor, Mirna; otra arpía. Esa chica disfrutaba haciendo comentarios de mal gusto y le gastaba bromas horribles con insectos o cualquier porquería de otros animales sobre su cama o en la bañera. Una tarde, encabritó el caballo en el que paseaba con un grito, y la vio reírse mientras Virginia le colocaba un filete en el rostro, por el golp
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32. Segunda oportunidad
Susana fue sacada de allí por otro de los guardias, lo reconoció como uno de los de la entrada. Él la envolvió con cuidado con la misma manta y, sin mirarla a los ojos, la condujo hacia un estrecho elevador.Subieron varios pisos y atravesaron un oscuro pasillo con paredes de piedra caliza que parecía recargado y de mal gusto. Cada paso del enorme hombre la causaba dolor, pero Susana no se atrevía a decir una palabra.Llegaron frente a una puerta de cristal esmerilado, y él la miró con aflicción por un breve instante antes de pedirle que se pusiera de pie para abrir.Ella lo intentó, aunque se vino abajo sin poder sostenerse. Escuchó una disculpa entre dientes, pero antes de que pudiera responder, él la sujetó con firmeza antes de alzarla de nuevo, la apoyó en su cuerpo y presionó la mano sobre un sensor, activando la cerradura.La placa de vidrio se d
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33. Corazones rotos 1
CasandraNo es que estuviera llevando un registro, pero el calendario en la pantalla parpadeaba con claridad mientras hablaba con Andrea sobre la fecha de la gala. Ya habían pasado cinco semanas juntos, inmersos en una especie de ensueño, y eso, aunque no iba a admitirlo ni bajo tortura, la ponía nerviosa, porque las cosas buenas en esa área de su vida, simplemente no pasaban.—¿Me estás escuchando? —preguntó Andrea mientras le daba de comer a su hijo, el pequeño Alexander.—Que sí. Ya lo anoté e incluso me ofrezco a ir por ustedes al aeropuerto —respondió Casandra, mostrándole una sonrisa burlona que Andrea odiaba.—Te lo repito, porque tu padre se quejó conmigo de que faltaste a la videollamada familiar la semana pasada.—Era domingo.Andrea soltó una risa y su sobrino la imitó. Ella fingió estar centrada en unos documentos. Aunque sabía que con su cuñada, eso no serviría de mucho.—Ya le expliqué que los fines de semana no existes para nadie.—Eres una tonta —respondió en tono infan
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34. Corazones en conflicto 2
Llegó por la tarde del viernes, saludó a don Pedro, que atendía a alguien en la entrada e intentó detenerla, pero lo evadió. Al subir, abrió con su propia llave y lejos de lo que esperaba, el apartamento que compartió con él por años se veía acogedor.Ahora tenía plantas, cambió el sofá donde se sentaban a disfrutar de algunas películas el fin de semana, y la cocina estaba llena de artilugios de los que no tenía idea de su uso o utilidad. Entró a la que fue su habitación y vio trajes sastre femeninos en el ropero, olía a un perfume extravagante, aunque demasiado pretencioso según su opinión.Encontró el baño repleto de productos de hombre y mujer, y se preguntó desde cuándo Fabio se interesaba tanto en su cuidado personal. Él era un sujeto sencillo, que se encontraba cómodo, con una rasurada y lo básico para oler bien. Regresó cerca de la entrada, percatándose de que no estaba equivocada; las fotografías donde aparecían todos juntos ya no estaban. Habían sido sustituidas por una
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35. Corazones en conflicto 3
CasandraJosh se encontraba de turno en el hospital cuando llegó, así que tuvo que esperar un par de horas antes de que estuviese desocupado. Eso le ayudó a tranquilizarse y dejar de llorar. Se sentía ridícula, como una adolescente inexperta bajo el influjo de su primera decepción. Rio casi de forma histérica, porque ella ya tenía demasiadas acumuladas y algunas casi olvidadas en su camino, una más era como si la vida le dijera que era para no perder la costumbre. En un principio quería hundirse en su cama para seguir lamentándose, pero Josh la convenció de quedarse. Hasta que la puso nerviosa, porque la dejó llorar un rato y luego estuvo mirándola casi sin parpadear por mucho tiempo y en completo silencio. Al advertir un gesto de exasperación de su parte, él la detuvo sujetándole la mano e hizo que se sentara nuevamente. —¿Estás segura de lo que viste? —Josh, no me trates como una mujer perturbada. Sé lo que vi.—No, me refiero a que, si en
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36. Problemas
Problemas 1Aun en esa cafetería seguía evaluando la posibilidad de hablar con Casandra para pedirle que se mudara con él. Necesitaba formalizar aquello sin nombre que tenían y que le sentaba tan bien, cada noche que se separaban anhelaba volver a dormir con la misma placidez con la que lo hacía a su lado. Sentía que no necesitaba nada más.La verdad es que desde el día que ayudó a Casandra en las compras para remodelar su apartamento, no había vuelto a pensar en Susana ni en los posibles problemas que tendría. Después de hablar con sus padres y avisarle que todo estaba bien, decidió hacer un cambio en la forma y la frecuencia de comunicarse. Una noche vio en el periódico un titular en la sección rosa, donde se preguntaban quién era la mujer que acompañaba a Raúl en una fiesta y se hacía énfasis sobre la ausencia de su esposa, pero para ser sincero no se le ocurrió preguntar. Y no lo volvió a recordar hasta que la tuvo enfrente, mientras esperaba que Casandra saliera. A
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37. Confesión
SusanaSusana sintió el aroma de Fabio muy cerca y experimentó una mezcla de alivio y anhelo por estar entre sus brazos de nuevo. Él le dio unas palmadas delicadas en el hombro, como si temiera tocarla, y Susana estuvo a punto de echarse a reír. Tal vez su atuendo no era tan sugerente como había pensado, pero abrió los ojos, fingiendo sorpresa, y se estiró, dejando al descubierto su pequeño conjunto de seda rosa, su color favorito en la ropa interior. Y con enorme satisfacción pudo descubrir cómo Fabio la recorría entera.La seguía deseando y no era para menos. Habían compartido demasiadas cosas juntos para que de la noche a la mañana se esfumaran por una relación incipiente. Esa era su señal. —Hola, Fabio. No estaba segura de si volverías a casa, y me dio pena mover todo lo que hay sobre la que solía ser mi cama. —Se inclinó a abrazarlo, pegándose a él como si quisiera fundirse en su piel—. ¿Cómo estás? ¿Ya comiste? ¿Solucionaste el malentendido con esa chica?
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38. Frustración
Fabio salió del apartamento con la cabeza dando vueltas. No sabía exactamente qué estaba haciendo ni hacia dónde se dirigía. La cercanía de Susana, sus gestos, su mirada, todo en ella le había expresado su deseo con tanta seguridad que no podía creer cuánto había cambiado. Y eso lo tenía desconcertado. La mezcla de sus propios sentimientos y la reacción inusual de Susana lo estaban llevando al límite de la locura. Sentirse excitado en ese momento lo hacía sentir como un patán, pero la lucha interna no terminaba ahí.Mientras reflexionaba sobre su situación, sabía que, técnicamente, no estaría engañando a nadie si cedía ante la atracción. Casandra y él no tenían una relación definida, y ella misma lo dejaba claro una y otra vez.Sin embargo, su reacción tras el cristal y lo que él sentía revelaban que, de alguna manera, se habían convertido en exclusivos, sin importar si ella estaba consciente de ello o no.Casi le saca una risa irónica pensar en lo que Josh diría
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39. Somos pasado
No mentiría, tuvo pesadillas y el cielo gris que la saludó por la mañana tampoco auguraba un buen día. Casandra se levantó de mala gana después de haber dormido poco y mal. En lugar de azúcar, le puso sal a su café y para continuar con su pie izquierdo, llegó tarde a la audiencia debido al tráfico. Y al final, todo su esfuerzo fue en vano, porque había sido pospuesta por la juez por dos semanas más. Creía que nada podía ir peor cuando lo vio al final del pasillo y sintió que las piernas no le respondían. Quería correr en dirección opuesta y evitar que la viera, porque de solo escuchar su voz y mirar su sonrisa le provocaban escalofríos.Ese hombre jamás perdía los estribos ni se salía de su papel al hacerle daño, se mantenía fresco y tranquilo como si dentro de él no existiera mejor aliciente o afrodisíaco que lastimarla. A su frialdad era lo que le temía, nunca sabía cuándo cruzaba la línea con él. Cuando estaban casados, solía sonreír por algún comentario
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40. Reparando errores
Nada salió bien con Casandra. Ella se alejó de él con una mirada de reproche y desconfianza, después de señalarle algo en el cuello cuando estaban en el baño. Él se quedó atónito, sin saber qué decir. Se vio en el espejo y notó la marca que le había dejado Susana, una huella que empezaba a cambiar de color de manera alarmante.Cada tono amoratado parecía acusarlo de traición. No se percató de ello la noche anterior, y tampoco esa mañana al vestirse. Jamás se imaginó que la dulce Susana que conocía se había convertido en ese tipo de mujer.Quiso salir corriendo tras Casandra y aclararle aquello, decirle que no significaba nada, que ella era la única que le importaba. Pero no podía irse, debía esperar el fallo de uno de sus casos, así que a regañadientes tenía que aguardar hasta el siguiente día que era sábado para hablar con ella. Permaneció en una cafetería cercana al juzgado, nervioso y culpable. El ruido de las conversaciones animadas a su alrededor llenaban el ambiente m
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