— Estuviste genial, Alfa. — me felicitó Fernando cuando estuvimos lo suficientemente lejos para ser escuchados.— Apartaste como si nada a un Alfa y lo lesionaste. Muchas gracias por protegerme, Alfa. — dijo Joselyn emocionada.— ¿No tendrías que haberte defendido? — pregunté.— Sí pero los Alfa son muy rápidos y yo sólo soy una Delta. Se me da bien luchar e incluso podría tener una pelea digna contra un Beta, pero un Alfa es demasiado para mi. — Nunca nada es demasiado, Joselyn.— Pero soy una mujer, Alfa. No puedo igualar la fuerza.— ¿Y quién ha hablado de igualar la fuerza? Ellos son más fuertes, sí, pero nosotras somos más rápidas. Un golpe rápido en un punto crítico es tan eficaz como el más fuerte de los golpes.— Pero sigo sin poder igualar a un Alfa.— No te autolimites, Joselyn. Si los títulos lo fuesen todo, nunca habrían caído las familias benditas. Y mira la actualidad: soy la última de todos los que han existido. Si crees en ti misma, si rompes tus propias barreras, pod
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