Esquivé a todas las sombras excepto a Cero Tres, que me agarró del brazo e hizo tangible sus uñas, haciéndome sangrar. —¿Lo vesss, Yo? No puedesss ganar. — me dijo con una sonrisa triste — Acccepta nuessstro dessstino. Me esforcé en cubrir la herida con magia negra: la sangre era peligrosa cuando tu rival podía usar su magia, y con seis sombras a la vez, no iba a ser sencillo. Durante unos minutos, noté cómo mi fuerza mágica disminuía mientras me aseguraba de mantener mi sangre dentro de mi cuerpo a la vez que realizaba la curación. Ninguno nos movimos por la gran concentración que necesitábamos. Finalmente, logré cerrar la herida. — ¿Cómo lo hasss hecho? — preguntó Cero Dos, sorprendido — Éramosss ssseisss... no esss posssible... — ¿Desssde cuándo eresss tan fffuerte, Yo? — preguntó Cero Cinco. — Mi manada me da de comer tresss vecccesss al día, o másss, sssi quiero. — Nadie daría tanta comida a unasss sssombrasss. — dijo Cero Siete. — Allí lo hacccen. Y comida buena y rica.
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