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Todos los capítulos de Sin miedo contratémonos: Capítulo 151 - Capítulo 154
154 chapters
152. CERCA DE LA HORA DE LA JUSTICIA
El peso de la situación era abrumador, pero no había tiempo para la indecisión. Landon y Alejandro tenían que actuar con rapidez y precisión. La Orden de los Iluminados tenía un alcance y poder que ellos nunca habían imaginado, pero también tenían una ventaja: la verdad estaba de su lado.Landon y Alejandro sabían que tenían una tarea difícil por delante. Pero también sabían que no podían permitir que la Orden de los Iluminados continuara con sus actividades criminales. Estaban dispuestos a hacer todo lo posible para llevar a estos poderosos criminales ante la justicia.—Está bien —dijo Landon, mirando a Alejandro con determinación—. Tenemos mucho trabajo por delante. Pero juntos, podemos hacer esto. Vamos a desenmascarar a la Orden de los Iluminados y llevarlos ante la justicia.La estrategia que Landon y Alejandro necesitaban implementar debía ser cuidadosa y meticulosa. Estaban tratando con individuos poderosos y bien conectados, por lo que cualquier paso en falso podría ser peligro
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153. CERRANDO CICLOS
Después de que todos se retiraron, el juez Fernández, solo en su despacho, abrió el último cajón de su escritorio y sacó una foto. En ella, sentada bajo un sauce llorón, una joven pintaba en la apacible paz del atardecer. Era Isabel Fresneda, quien se había convertido en la famosa pintora conocida como Puridad.—¿Por qué no me aceptaste? ¿Cómo pudiste enamorarte de Andrés y no de mí? —murmuró mientras acariciaba la foto— Te fuiste antes de tiempo, no me permitiste amarte, ¿cuál era el motivo de tu desprecio?Cerró los ojos, recordando cómo la había seguido a la universidad y cómo, por mucho que se había esforzado en ser su amigo, ella le huía como si fuera lo peor del mundo. Y de pronto un día se enteró de que se habían mudado juntos ella y Andrés Muñóz, el chico que no dejaba de estudiar para mantener su beca. ¿Por qué él y no yo? Se preguntaba.La foto parecía capturar la esencia de Isabel, su belleza serena y su espíritu libre. Pero también era un doloroso recordatorio de lo que Fe
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154. DE NUEVO EN CASA
La vida es, en efecto, increíblemente impredecible. Nadie está a salvo de las sorpresas y giros que el destino puede tener reservados. Esto es especialmente cierto para aquellos que creen tener su camino bien trazado y seguro. A menudo, la vida tiene una forma peculiar de desafiar nuestros planes más cuidadosamente elaborados. Puede presentar obstáculos inesperados, introducir nuevas personas en nuestras vidas o cambiar nuestras circunstancias de formas que nunca podríamos haber imaginado.Pero aunque estos cambios pueden ser desconcertantes e incluso aterradores al principio, también pueden abrir puertas a nuevas oportunidades y experiencias. Pueden enseñarnos valiosas lecciones, ayudarnos a crecer como personas y, en última instancia, conducirnos a destinos que nunca podríamos haber soñado.Así que, incluso cuando la vida parece estar lanzándonos una curva, es importante recordar que estos giros inesperados pueden ser solo el comienzo de un nuevo y emocionante capítulo en nuestras
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EPÍLOGO
El sol brillaba con fuerza, bañando la antigua iglesia de madera con su cálido resplandor. Los vitrales reflejaban los colores del arco iris en el suelo empedrado, y el aire estaba lleno de una serenidad palpable. Era un día perfecto para una boda. Trinidad Muñoz estaba de pie en el umbral de la iglesia, su vestido blanco brillando a la luz del sol. Era el mismo diseño que su madre, Isabel, había dibujado para ella hace años. Cada detalle del vestido parecía cobrar vida, desde el delicado encaje hasta las pequeñas perlas que adornaban el corpiño. Trinidad parecía una visión, una novia deslumbrante lista para dar el paso más importante de su vida. El señor Andrés Muñoz, con su rostro lleno de orgullo y emoción, se acercó a su hija y le ofreció su brazo. Podía ver en ella a su hermosa esposa el día que se casaron; el vestido, elegante y sencillo a la vez, acentuaba el parecido entre su adorada hija y su difunta esposa. Trinidad lo miró emocionada y lo abrazó con amor.—No llores, papá
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