Aunque Pedro vestía de manera bastante humilde, incluso un poco descuidada, la confianza y compostura que mostraba no podían dejar de impresionar a los demás. O bien era alguien acostumbrado a llamar la atención, o en realidad si tenía esos diez millones.Mientras todos esperaban en silencio el desenlace, el dueño del restaurante se acercó de repente y les informó:—Señor, lo siento, pero la contraseña es incorrecta, no se puede procesar el pago.—¿Incorrecta?Pedro parpadeó, claramente sorprendido."¿No es la contraseña seis, seis? ¿Acaso me equivoqué?"—¡Jajaja, muchacho! ¿Esto es lo que llamas tus diez millones? —El hombre corpulento reía a carcajadas, como si estuviera mirando a un completo payaso—. Si no tienes dinero, simplemente dilo, ¿por qué pretendes algo que no eres? ¡Es totalmente ridículo!—Pensé que era alguien importante, pero resulta que solo quería llamar la atención. Casi me logras engañas.—¿No es cierto? Actúa como si fuera alguien, pero al final, se descubre. ¡Qué
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