Alessandro estaba agotado. Había estado tanto tiempo buscando a la mujer que puso en peligro la vida de ambos, que no objeto más cuando Kim lo llevó a su habitación. Allí, ella se acostó en la cama y él hizo lo mismo sin tocarla. Él había prometido algo y, aunque ella lo abrazaba con fuerzas, Alessandro, no habló al respecto, porque era demasiado tarde y había varios problemas que resolver. Kim, quien tenía su cabeza sobre el pecho de Alessandro, podía sentir cuan agitado estaba su corazón.— No necesitas esforzarte tanto, Aless. La encontrarán y no volverá a intentar hacernos daño — asegura Kim y él suspira profundo.— Sé que la encontraremos. Pero, no quiero que cuando lo haga, sea tarde. No quiero fallar en protegerlos. Moriría si eso vuelve a suceder. — confiesa Alessandro, su más grande temor. Kim, se levanta de su pecho y lo observa. Su mirada, estaba perdida en el techo, pero, podía verse la preocupación en esta. Estaba asustado y nervioso. Dulce, no había causado muchos daños
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