―Ánimos, es tu día, ¡disfrútalo! ―dijo Denise, tomándola de la mano y haciéndola girar ante el espejo, permitiendo que se admirara de pies a cabeza―. Eres hermosa, tienes un marido que espera por ti en el altar, familia, amigos… Disfruta de este momento.Caitlín no respondió, tan solo se limitó a suspirar profundamente. Por su cabeza pasaban miles de imágenes de su vida, situaciones que había vivido y que la habían destruido, pero que la habían llevado hasta allí, hasta ese momento en el que se uniría definitivamente, ante los ojos de Dios, al hombre que había juntado los fragmentos de su alma y los había unido, devolviéndole la vida.Denise podía ver en el rostro de su amiga, como miles de pensamientos surcaban su mente y como el llanto pugnaba por salir. No sabía en qué estaba pensando, pero sí era capaz de comprender el centenar de emociones que con seguridad estaba experimentando. Sí, Mike y Cait ya habían contraído matrimonio ante la ley, pero no había sido más que un trámite civ
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