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Todos los capítulos de La esposa sustituta del CEO: Capítulo 31 - Capítulo 40
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Capítulo 30. ¿Amor?
—Buenas tardes, señor —Saluda Gabriel acercándose hasta el mostrador del encargado del hotel. El hombre hace un asentimiento mientras llena un formulario antes de pasárselo a un cliente que está sentado frente a la barra de madera—. Me gustaría saber si una mujer vino a verlo. Es una joven de cabello largo y oscuro, ojos grises y tez clara.—Por aquí pasan muchas mujeres todo el tiempo —Responde tosco el hombre y sin darle mucha importancia—. Todas se parecen, solo son montones de coños andantes, no me fijo en el color de sus ojos cuando me las estoy follando.El otro hombre ríe ante lo dicho por el posadero. A Gabriel le parece de muy mal gusto su comentario poco cortés, pero no lo contradice. Lo último que quiere es pelear también con él—Seguramente vino aquí pidiendo enviar un mensaje —Insiste él, inventando alguna excusa para sacarle información sin saber que realmente está diciendo la verdad—. Por lo general, usa un abrigo azul. Quiero saber si hay alguna respuesta.—Una joven v
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Capítulo 31. La carta de Nadia
En la hacienda Arrabal, Petra, nerviosa por estar tan controlada por los hombres de Gage, da vueltas en la habitación, resoplando y maldiciendo. Se supone que esto no sería así, Gage debía estar lejos con Egil ahora resolviendo el asunto de los campesinos y ella estaría libre para poder cumplir con todo lo que estaba planificado desde hace mucho tiempo.Maldita la hora que Egil lo mandó de vuelta a la hacienda.—¿Quiere que le prepare un baño para refrescarse, señorita? —pregunta Petrona viendo a Petra inquieta y abanicándose con las manos vehementemente.—Lo que necesito es salir de aquí. Este ambiente me está asfixiando. Si sigo aquí, me volveré loca, el aire fresco me hará pensar en una solución.—Pero dijo que no quería salir para que todos creyeran que sigue grave, señorita.—Eso ya no me importa. Aquí no me quedaré ni un segundo más.Petrona le acerca uno de sus abrigos y salen juntas, rumbo al jardín. Algunas de las sirvientas reunidas en la sala principal murmuran al verla pas
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Capítulo 32. Está perdida
Petra pasa todo el día nerviosa y nuevamente encerrada en su cuarto, su ánimo está de la patada y ni siquiera tiene ganas de comer algo luego de leer esa carta. Tuvo mucha suerte que ese sobre haya caído en su mano, no quiere ni imaginarse lo que hubiese pasado si llegaba a manos de Egil. Muy seguramente él la hubiese buscado para traerla y eso es algo que ni muerta piensa permitir luego de todo lo que hizo para alejarla de su lado. Suficiente tiene que lidiar con la pelirroja como para que tenga que aguantar a la hermana también. Tener a las dos en la hacienda robándose la atención de Egil ya sería demasiado. Ya no hay marcha atrás, la suerte de Nadia ya está echada. Egil aún con dolor, se levanta y empieza a escribir algunas notas que tiene en mente mientras Gage se encuentra verificando algunas cosas con los proveedores. Debe estar más alerta que nunca a partir de ahora y vigilar más a sus obreros. Aún no entiende cómo alguien fue capaz de envenenar a Adelaide. ¿Lo hicieron porq
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Capítulo 33. El trabajo ya está hecho
—Esto debe ser suficiente pago —Nadia rompe la tensión en el ambiente, dejando a la vista del posadero un collar con piedras preciosas que brilla con la escasa luz del foco—. Es mucho más valioso que los aretes que le di la otra vez. Por lo menos unas diez veces más. Es una joya rara y costosa.—¿Por qué lo mató? —pregunta el hombre, ignorando por completo lo dicho antes por la mujer— ¿Qué pecado tan grande cometió este infeliz para recibir tan horrible muerte?—Eso no le incumbe, señor.—Yo creo que sí —Él se levanta y camina paso a paso hasta ella para acorralarla contra la pared—. Para empezar, este es mi estúpido hotel, para continuar fue usted misma quien acudió a mí para ayudarla a deshacerse del cuerpo, para terminar, ¡estás en mis manos ahora!Nadia pega un brinco cuando el hombre grita cerca de su rostro, con furia y escupiendo por todas partes. Queda temblando contra la pared mientras él vuelve hasta donde está el cuerpo y lo manipula de nuevo.—El trabajo le costará más que
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Capítulo 34. Tiene el marido que se merece
En la mañana, una llamada entra en el celular de Gage con noticias de Zhufun. Él atiende inmediatamente después de su recorrido por las oficinas centrales. —Señor Gage, hemos capturado a uno de los cabecillas de los rebeldes. Solicitamos su presencia de inmediato en Zhufun para el interrogatorio —dice el hombre del otro lado del teléfono. Algo de alivio se apodera de Gage al escuchar aquello. Esto es un gran avance para empezar a poner orden en las haciendas. —Partiré para allá en dos horas —Contesta antes de cortar y salir hacia la habitación de su jefe. Egil se impacienta con el correr de las horas. Estar encerrado en su propia habitación le parece poco atractivo y por demás asfixiante. Aunque claro, nadie más aparte de su gente de confianza, lo sabe. Camina hasta la ventana, pero sin correr la cortina para no ser visto. El día está radiante hoy, pero por alguna razón él no se siente acompasado con el ambiente. Su hombro todavía duele y debe llevarlo vendado aún por varios días
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Capítulo 35. Entre la vida y la muerte
El viaje de Gage dura varias horas para llegar a Zhufun debido a las inclemencias del tiempo. Una gran tormenta se desata por el camino y a penas llega, uno de sus hombres lo lleva inmediatamente hasta la celda donde se encuentra recluido el traidor, vigilado por varios hombres. Es el mismo hombre que había dicho tener los contactos y las ubicaciones de los rebeldes y que estaba dispuesto a darlos a Egil cuando sucedió el atentado en el que salió herido él y sus hombres. Gage siente mucho placer de interrogarlo personalmente. Durante mucho tiempo Callen fungió de informante para la familia Arrabal, cuando en realidad es un vil traidor. —¿Aún no sientes ganas de hablar? —pregunta Gage luego de muchos golpes que le propinó él mismo, mirándolo sentado desde una silla con una naranja en su mano. El prisionero se encuentra atado del techo con la cabeza colgando para abajo. —Vete al infierno, Gage —dice el desafortunado con el poco aire que le queda y la cara roja como tomate maduro. Un
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Capítulo 36. Lo siento, señor
En la hacienda Arrabal, Egil decide pasar a ver a Adelaide a su habitación luego de dos días sin hacerlo. Las palabras de su tía están muy vividas en su cabeza y lo confunden. Aunque está en su naturaleza ser cruel con las personas que odia o desafían, hay acciones que simplemente no consigue hacer con ella y ese es el motivo real por la que ella aún sigue viva, de lo contrario, ya estaría tres metros bajo tierra.El camino que antes le costaba varios minutos recorrer para llegar a su habitación, ahora es más fácil. Lentamente, su cuerpo está recuperando las fuerzas que había perdido por la herida y lo más seguro es que en los siguientes días ya esté totalmente recuperado para retomar sus tareas sin tener que estar oculto en su propia habitación.Mira por la ventana y se asegura de que no haya nadie en la habitación de su esposa antes de entrar. Supo por su tía, hoy en la mañana, que Adelaide ya no tiene fiebre y que por fin está respondiendo favorablemente a los medicamentos que la d
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Capítulo 37. ¿De quién desconfías?
Gage regresa de Zhufun luego de casi cinco días enteros.Esa misma tarde, decide presentarse frente a Egil e informarle de todos los pormenores de su misión. Aunque todos los días envió mensajes informando a su jefe sobre lo acontecido con Callen y los campesinos, hay muchos otros asuntos que necesitan discutir y llegar a un acuerdo antes de que él decida tomar acciones.Egil se encuentra sentado en su escritorio, escribiendo y leyendo algunos documentos, cuando él entra y lo saluda.—Señor Egil, las noticias que traigo no son nada alentadoras —dice inmediatamente—. Callen habló de un complot organizado por varias familias que buscan derrocar a los Arrabal.—¿Cuáles son los nombres que dio?—Solo mencionó a Fid, pero dijo en varias ocasiones que el informante principal de la organización está metido dentro de la hacienda. Lo que significa que esa es la verdadera razón por la que saben de todos sus movimientos, tanto dentro como fuera de aquí, señor.Egil se levanta y camina hasta la v
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Capítulo 38. Egil ha vuelto
Amanece y Egil se levanta temprano, abre la puerta principal de su habitación y los guardias apostados allí se sorprenden al verlo. Nadie sabía que él había llegado de Zhufun y que se encontraba dentro de su habitación. Todos se ponen rectos en el momento que sale, impecablemente vestido con un traje azul petróleo, directamente hacia su oficina. Toma su camioneta que lo lleva hasta allí. Dos de sus hombres lo siguen de cerca en otra camioneta y dos más en su frente.Llega hasta el edificio y en cuanto los guardias abren la puerta de la sala de juntas, cuatro de los guardias entran junto con él para colocarse en lugares estratégicos. Los empleados se levantan todos, sorprendidos por su repentina llegada, especialmente Vítor.Todos lo saludan a medida que se acerca hasta su lugar en la mesa de la junta.—No sabíamos de su llegada, señor Arrabal —Vítor habla primero, apenado, pero también molesto con sus informantes que no le avisaron nada—. Es una gran sorpresa verlo en la oficina esta
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Capítulo 39. Una cena con Ana Lupot
—Fue un suceso muy lamentable, Egil. Pero gracias a Dios, todo ya se resolvió —contesta finalmente Lilith ante la mirada intensa de su primo. —Si te puse a cargo de mi casa es porque confío en tu capacidad, Lilith. Necesito que me comentes todo exactamente como sucedió ese día —Egil deja a un lado sus documentos y se concentra totalmente en ella—. Quiero que me digas todos los detalles. —La joven Valencia y Petra estaban juntas en el jardín dando un paseo esa mañana. De un momento a otro, ella la empujó y Petra tuvo una herida en la mano producto de la caída, primo.—¿Estabas presente en el momento del acto?—Me encontraba cerca. Llegué un momento después alertada por los gritos de auxilio de las amigas de Petra. Sin embargo, las demás mujeres que las acompañaban, testificaron en contra de Valencia y dijeron que obró con alevosía.—¿Cómo resolviste la pugna, Lilith? ¿Qué medidas tomaste al respecto?—Confiné nuevamente a la joven en su habitación, Egil. Como lo habías ordenado despu
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