Vítor Bernardo estaba entusiasmado hablando sobre la reunión con los americanos, pero mis pensamientos estaban lejos, perdidos en las preocupaciones que envolvían a Sophia y la situación complicada que estábamos enfrentando. De repente, un dolor agudo perforó mi pecho, interrumpiendo mis divagaciones.― Vítor, ¿estás bien? ― preguntó Bernardo, preocupado. Él conocía bien los signos de mi condición de salud e inmediatamente asoció el dolor con la posibilidad de una crisis.― Calma, Bernardo, no es nada grave. ― Traté de tranquilizarlo, ocultando la verdadera intensidad del dolor. ― Hace tiempo que no siento esto, tal vez sea solo una molestia momentánea.No quería preocupar aún más a mi hermano, pero la realidad era que los dolores en el pecho eran una advertencia como si algo pudiera pasar, est
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