VítorLlegamos a casa, agotados tras un largo día de trabajo. María, nuestra fiel ama de llaves, se acerca a nosotros con una amable sonrisa.- Buenas noches, señores. ¿Puedo poner la mesa para la cena?Asentí agradecido. Estábamos hambrientos después del día de trabajo.- Por supuesto, María. Por supuesto, María. - respondí, dedicándole una sonrisa.Bernardo también asintió positivamente antes de dirigirse a su habitación. Yo, en cambio, estaba deseando darme una ducha tonificante. - Voy a darme una ducha antes de cenar. - anuncié, dirigiéndome al dormitorio. - Bernardo, tú también deberías.- De acuerdo, Vitor. Es una buena idea. - Contestó mi hermano, de acuerdo con la sugerencia.Bernardo subió las escaleras y yo le seguí. Subí a mi habitación para darme una buena ducha.Bajé al comedor después del baño, sintiéndome renovada. María ya había puesto la mesa, y el aroma de la comida recién preparada flotaba en el aire. Al acercarme al ama de llaves, no pude evitar preguntar:- María
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