Capítulo 30. Cambio de planes
Por la mañana, Muriel se despertó con la sensación de que no había dormido absolutamente nada. Y era la verdad.Se había acostado más tarde de lo usual, y la inquietud, física y mental, la hizo dar vueltas en la cama medio dormida.Por fin, incapaz de seguir acostada y demasiado temprano para ser domingo, tomó la decisión de levantarse y hacer el mejor desayuno. Ya que no podía dormir, al menos se distraería cocinando, que era uno de sus mejores cable a tierra.Bajó las escaleras en medio del grato silencio, ese con el que toda madre valora despertarse un fin de semana. Sonrió al recordar las noches en vela acunando a Joaquín, o las mañanas que él la despertaba saltando en la cama. A menudo extrañaba esa etapa, y siempre le quedaría la espina de no haber logrado tener un segundo hijo.Ahora, ya era tarde, aún si en los próximos años consiguiera un hombre que la amara, la menopausia golpeaba su puerta.Suspiró mientras encendía la cafetera y luego sonrió. También tenía su magia, y su
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