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Todos los capítulos de El juego de seducción del CEO: Capítulo 61 - Capítulo 70
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61. Ve por tu hombre
Maggie tenía los nervios de punta mientras subían en el ascensor, la sola idea de volver a compartir cama con Nathaniel la tenía en un estado de ansiedad completa, sin embargo aún tenía todo el día por delante para pensar en cómo lo solucionaría. Cuando llegaron a la suite, el botones les abrió la puerta y cuando entraron ella tuvo que retener la respiración al ver la belleza del lugar, parecía una suite matrimonial y lo más sorprendente de todo vino cuando avanzó y se dio cuenta que había un espacio semi privado que servía de habitación infantil. Una cama sencilla y muchos juguetes llenaba el lugar y nada más pasaron segundos para que Dan dejara salir un grito emocionado y corriera directo a la enorme pila de legos, carros y muñecos que estaban ubicados al lado de la cama. —¡Nani, milaaaa! ¡juguetes, nani, juguetes! —Si bebé, son juguetes, pero antes de ponerte a jugar vamos a darte un baño y luego iremos a almorzar. Antes de avanzar hacia el pequeño, escuchó como el castaño ca
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62. El idiota jugando a seducirme
Nathaniel sabía que algo había pasado. No solo por el hecho de que la chiquilla se haya acercado a él voluntariamente, sino porque estaba mucho más silenciosa que de costumbre, aunque al mismo tiempo se veía menos tensa. Todo eso después de que la viera hablar con Hanna, ya él le preguntaría a la rubia que le había dicho a su mujer. Porque independientemente de lo que haya pasado y de los problemas que estaban enfrentando , para él la chiquilla siempre sería su mujer. Sus amigos ya se habían ido, pero él viendo la emoción de Dan al recorrer la ciudad le había propuesto a la chiquilla que se quedaran un poco más. Para su sorprenda ella no se había negado. —¿Estás bien? — la voz suave y dudosa de Maggie lo hizo llevar sus ojos a donde ella se encontraba a su lado viéndolo con curiosidad —Te has quedado callado de repente. —Lo siento nena, estaba pensando. La curiosidad en su rostro fue entonces aún mayor, mientras veía de él hacia el pequeño, que jugaba con las palomas de la plaza.
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63. Nada debía ser casualidad
Nathaniel no tenía ni idea de qué hacía su madre en en la gala y mucho menos acompañada de ese imbécil, sin embargo estaba a punto de descubrirlo, porque ambos caminaban directo hacia donde Maggie, Dan y él se encontraban. Por instinto se agachó y tomó al pequeño niño en brazos para evitar que el mamarracho andante que dice ser el padre pudiera acercarse. —Nathe…—La voz de la chiquilla dejaba en evidencia los nervios que sentía y no era para menos, pues ellos estaban en pleno pleito legal. —Tranquila, nena, no voy a dejar que se acerque a ustedes y conozco suficiente a mi madre para saber que no hará un escándalo, lo último que quiere es que hablen mal de ella.—Pero es que no entiendo— dijo Maggie confundida— ¿Qué hacen juntos?Nada más terminar de decir aquello, Barbara llegó hasta donde estaban y con una sonrisa tan grande como falsa le habló: —Nathaniel, querido, de saber que vendrías nos hubiésemos venido juntos—le dijo, y luego llevó los ojos al niño en sus brazos que se afer
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64 Necesito que me beses
En el trayecto de regreso al hotel Daniel finalmente cayó rendido del sueño, pues desde que aterrizaron el niño se había negado a dormir más que una pequeña cabeceada. Cuando bajaron del auto Nathaniel la ayudó y tomó al niño en brazos y luego entrelazó sus manos caminando directo hacia la entrada.La recepcionista les regaló una sonrisa al verlos entrar y uno de los botones les ayudó solicitando el ascensor que se abrió nada más llegar frente a las puertas metálicas.—Gracias.Dentro del ascensor no podía dejar de lanzar miradas a Nathaniel que parecía totalmente ido, de hecho desde que salieron de la gala ambos habían estado callados, Maggie suponía que habían sido demasiadas impresiones.Ella aún no podía creer que su ex ahora estuviera trabajando para la principal competencia de Nathaniel, mismo hombre que intentó forzarla a ella y a Mindy. Todo era demasiado bizarro para tratarse de una simple coincidencia y sabía que el silencio por parte del castaño era debido a eso.Sin embar
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65. Quiero que seas mi esposa
Nathaniel no necesitó que se lo pidieran dos veces. Sus labios fueron directo por los de la chiquilla y Dios, sentir nuevamente su suavidad, la manera en que se abrían para él, la forma en que ella temblaba y vibraba por él era simplemente perfecto y completamente adictivo. Sintió como las manos de Maggie se colaron debajo de su camisa de vestir recorriendo la piel de su torso, al tiempo que él delineaba cada una de las curvas de su cuerpo sobre ese maldito vestido que le quedaba como una fantasía hecha realidad. En el momento en que sus manos llegaron a la curva de su trasero y más abajo, rodeando y apretando con fuerza, ella dejó salir un gemido sobre sus labios que terminó de mandar a la chingada todo su autocontrol, por lo que en menos de un segundo, sus manos habían detectado el cierre de su vestida y de un solo movimiento lo bajaron liberando ese hermoso cuerpo de la tela. Maggie dejó salir un grito sorprendido y se separó de él, con la mirada brillante, las mejillas encendid
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66. Señor exagerado
Oh Dios estaba a punto de hiperventilar. Casarse, él realmente estaba pidiendo que se casaran. Por unos segundos Maggie no pudo hacer más aferrar con fuerza la sábana que cubría su cuerpo dedsnudo y verlo con los ojos muy abiertos de la impresión. Su corazón parecía que había comenzado una carrera y todo su cuerpo vibraba de anticipación. —¿T-Tu te quieres casar conmigo?— quiso golpearse por haber tartamudeado, pero lo cierto que seguía en estado de shock. Nathaniel al escucharla, esbozó una de esas sonrisas matadoras que hacían que su cuerpo se volviera gelatina solo de verlo y que enloquecen sus hormonas, tal como estaba pasando en esos momentos. —Nena, se supone que soy yo quien se está proponiendo, no me robes mis líneas. Ese fue el momento en que la realidad la golpeó con fuerza y como un resorte se sentó en la cama, su mano aún empuñando la sábana mientras que los latidos de su corazón iban tan rápido, que él estaba seguro que incluso Nathe podía escucharlos. Sus ojos est
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67 ¡No se te ocurra darme ordenes!
El regreso a Nueva York fue caótico, Nathaniel tenía los nervios de punta mientras pensaba en Dorothea, sola, en un cuarto de hospital. Él sabía que al único familiar que le habrían informado sería a él porque así lo tenía dispuesto la anciana y aunque él solía bromear con ella sobre la muerte, lo cierto era que lo último que quería era que llegara ese día. La mujer había sido más que una figura de abuela, había actuado casi como su madre. Durante todo el vuelo Maggie no se alejó ni un segundo del castaño que parecía que no podía quedarse quieto y aunque ella lo entendía y sabía lo horrible que era sentir que estábamos perdiendo a las personas que amamos, Daniel estaba empezando a ponerse nervioso. Por eso, cuando Nathe intentó ponerse de pie nuevamente, ella le sostuvo la mano, consiguiendo que él posara sus ojos oscuros en los suyos y trató de darle una sonrisa tranquilizadora. —Cariño, ya estamos por aterrizar, no es recomendable que te levantes y además Dan está empezando a po
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68. TENGO TODO EL DERECHO
Los dos días siguientes al infarto de la abuela fueron un completo sube y baja de emociones. Para empezar todos los buitres de la familia aparecieron solo para verificar si la anciana seguía viva o no y esperar su momento de cobrar la parte de la herencia que les tocaba. Lo que hizo que el castaño estuviera de un humor de los mil demonios y ella podía entenderlo, pues en su lugar los hubiera mandando a todos a la m****a. Sin embargo, ella tenía sus propios problemas, como por ejemplo la segunda cita con el juez y el bueno para nada de su ex, dónde se definirá si se irán a juicio público o el juez haría el fallo a favor de alguien. Lo peor de todo era que Nathaniel no iba a poder estar con ella en esta sesión, pues a la abuela le dieron el alta y él estaría llevándola a la casa de reposo y dejando todo listo con las enfermeras y todos los que estarían con ella, ya que la mujer se negó a vivir con el castaño. Mientras se subía al auto, sentía los nervios bullendo a flor de piel por c
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69. Has cruzado una línea
Nathaniel había hecho todo lo posible por tratar de llegar a la audiencia de la chiquilla por la custodia del pequeño para poder acompañarla, pero las cosas no se dieron. Para empezar se demoró más de lo previsto instalando a Dorothea, pues la anciana había sido más terca que nunca y se negaba a todos los cuidados que él le asignaba, cuando finalmente había podido salir, manejó lo más rápido que pudo hasta el juzgado, solo para encontrarse con la imagen de Maggie abrazada al abogaducho. Trató, realmente puso todo de él para no estallar en celos, sin embargo, en el momento en que la llamó su voz no fue más que un gruñido urgido que hizo que de inmediato se separaran. —Chiquilla. Los ojos de Maggie fueron de inmediato hacia él y toda la rabia desapareció de su cuerpo en el instante en que ella le sonrió con emoción contenida y corrió directo hacia donde él estaba, lanzándose a sus brazos. —¡Viniste!—En algunas ocasiones, Nathaniel olvidaba que la chiquilla era menos que él por más
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70. Mi oficina no es un baño público
Barbara estaba que echaba humo por las orejas de la rabia que sentía. No podía creer que su propio hijo se hubiera atrevido a amenazarla y mucho menos que lo hiciera por defender a la m*****a bastarda. Hace muchos años que había pensado que se había librado de todos estos problemas, pero al parecer debió haber sido mucho más radical cuando esa cualquiera apareció. Estaba dando la tercera vuelta a la sala de estar de la mansión cuando la figura de George apareció enfrente de ella y se veía casi tan molesto como estaba ella. —Barbara, ¿Qué demonios es lo que pasó? Desde hace varias semanas las cosas entre ella y George se habían ido volviendo cada vez más íntimas, hasta el punto que ya se conocían muy a profundidad y es que aunque el tipo no tenía a donde caerse muerto, no podía negar que tenía su encanto. —¡Eso mismo quisiera saber yo! — gritó— Nathaniel acaba de venir a amenazarme con dejarme sin dinero, todo porque no pudiste conseguir que esa bastarda se doblegara. La mueca de
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