Epílogo: Sembrando amor después de la desgracia.
—¿Viniste a ver como tus hombres me destrozan como perros rabiosos? —preguntó Jade, atada de pies y manos, en esa bodega abandonada.—Morgan tiene razón, no mereces portar ese rostro —dijo Ivar, pensando con tristeza en Esme, mientras caminaba por el lugar apoyado en su bastón. Sacó el anillo de compromiso que había mandado a hacer y lo vio con ternura—. ¿Crees que le guste? Por tu culpa no pude entregárselo ese día.—Eres un hombre obsesivo, manipulador, cruel, egoísta… ¡Tú mataste a Esme! —gritó Jade rabiosa—. Yo solo quería salvar a Morgan de ti. No se merece un hombre tan vil como tú.—Tienes razón, pero ella lo sabe y aun así a decidido quedarse a mi lado —contestó Ivar pensativo—. No solo la amo, sería estúpido de mi parte dejar a una mujer como ella, y aún más estúpido dejar a alguien como tu atentando contra nuestra felicidad.—No, no sabe la clase de alimaña asquerosa que eres en verdad… pero algún día, Ivar, Morgan se dará cuenta y ese día se irá de tu lado sin necesidad de
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