Arantza se hallaba en el sótano de la casa de Noah, pero ella no lo sabía. Se quedó mirándolo con el pasmo reflejado en su rostro, sin poder dar crédito a lo que estaba sucediendo.—Noah, ¿qué… significa todo esto? ¿Traerme aquí fue idea tuya? —preguntó, inquieta.—No me mires así, Arantza. Todo es tu culpa —manifestó—. He estado a tu lado durante cinco años, pero a pesar de todo lo que he hecho por ti, nunca fuiste capaz de amarme.—Yo te lo advertí, Noah. Te dije desde el principio que, si te quedabas a mi lado con la esperanza de que terminara queriéndote, estarías cometiendo un error.—Lo sé. Decidí ser tu amigo bajo mi propio riesgo, pero tú ni siquiera te esforzaste.—Estuve a punto de darte una oportunidad, estuve dispuesta a dar ese paso…—¡Pero lo echaste todo a perder con la llegada de ese sujeto! —exclamó—. Solo porque apareció diciendo que era el hermano de Lenya, no fuiste capaz de mantenerte firme, flaqueaste al instante y dejaste que te consumieran los recuerdos que ten
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