El presidente se quedó impactado tras oír aquello, pues no podía concebir la idea de que su madre se convirtiera en una criminal. Era consciente de que lo hacía para protegerlo y también para protegerse, pero no quería que recurriera a esos métodos. No deseaba que su madre se manchara las manos y que terminara arruinando su propia vida.—Mi madre no es una asesina.—No lo sé, y no tenía ganas de averiguarlo. Ese fue el motivo por el cual me quedé callado. Estaba solo, nadie quería apoyarme porque todos le temían a Carla —indicó—. Sin embargo, después de tanto tiempo, finalmente encontré a alguien con quien compartir el mismo objetivo: Destruir a los Parodi.—Noah es tan cretino como tú. Fue él quien te sacó de la cárcel, ¿no? Se lo nota muy desesperado, a tal punto de confiar en un viola-dor —espetó.—No soy un viola-dor y lo sabes.—Solo porque Arantza te lo impidió, pero si ella no hubiese estado allí, te habrías convertido en uno —aseveró. —Arantza… —resaltó—. Escuché que ahora es
Landon escuchó que su celular comenzó a sonar y, tras ver que se trataba de Carla, salió de la habitación para contestar.—Mamá —pronunció.—Landon, ¿dónde te has metido? —Estoy en casa de Arantza.—Vente para acá, tenemos que hablar de un asunto importante.—Si es por Nicolás, ya sé que lo liberaron. Me marcó al móvil y me citó en un restaurante.—¿Ese miserable se atrevió a llamarte? —Lo hizo para decirme que sabe mi secreto. Mamá, ¿porqué no me lo dijiste? ¿Porqué me ocultaste que Nicolás lo sabía? Tampoco me comentaste que fuiste a verlo en la cárcel.—No tenías por qué saberlo, no quería que cargaras con esa preocupación.—Pues por no habérmelo dicho, me tomó completamente desprevenido. Ahora quiere vengarse de nosotros por haberlo metido en prisión, ignora el hecho de que si estuvo allí fue por su propia culpa.—¿Vengarse? Qué ridiculez. Él no puede hacer nada en contra de nosotros, no tiene nada ni es nadie, tampoco tiene quién lo ayude. Está solo.—No está solo, mamá. El imb
Landon salió de la casa de Arantza y se dirigió a la suya, encontrándose con su madre cuando estaba por entrar a su habitación.—¿Qué haces aquí, Landon? —preguntó Carla—. Creí que te quedarías toda la noche con Arantza.—Mamá… —pronunció, con el ánimo decaído—. Ya lo sabe, lo sabe todo.—¿A qué te refieres?—Me escuchó hablando contigo por teléfono y descubrió mi secreto —exhaló con pesadez y pasó la mano por su pelo—. Quise hablarlo, pero está muy enfadada. Me pidió que me fuera y que la dejara sola.—Eso… es preocupante —dijo, angustiada—. ¿Cómo podemos estar seguros de que no se lo dirá a nadie?—Yo confío ciegamente en ella. Sé que, sin importar cuán enojada esté, nunca hará nada para perjudicarme.—Espero que así sea, porque si Arantza intenta hacerte daño a propósito, se convertirá en mi enemiga.Landon fijó sus ojos en Carla y la miró ceñudo.—Mamá, no quiero que, por ningún motivo, lastimes a Arantza —declaró—. Pase lo que pase entre ella y yo, solo es asunto nuestro. Sabré c
Nicolás se hallaba en su vivienda cuando escuchó que alguien tocó la puerta. Solía vivir en una casa más grande y lujosa antes de ir a prisión, pero la perdió durante los años que estuvo en la cárcel, así que actualmente vivía en una más pequeña.Se aproximó a la entrada y, al abrir la puerta, vio a una mujer intimidante detrás del umbral.—C-Carla —pronunció con nerviosismo—. ¿Q-Qué haces aquí? ¿Cómo lograste encontrarme? —la mujer avanzó dando unos pasos, los cuales hicieron que Nicolás retrocediera.—No fue nada difícil dar con esta casucha. Por otro lado, ¿porqué te sorprende tanto verme? Buscaste a mi hijo para provocarlo, para amenazarlo, ¿y pensaste que me quedaría de brazos cruzados?—Ustedes tienen que pagar por lo que me han hecho.—Ni siquiera eres lo suficientemente hombre para asumir tu culpa, eres tan cobarde que prefieres responsabilizarnos a nosotros, y ¿sabes qué? No tengo ninguna intención de lidiar con cargas que no me corresponden. Tú eres el único culpable de tus
Transcurrieron los días y Arantza y Landon trabajaron pacíficamente sin tocar el asunto de Lenya. Landon decidió respetar la posición de la muchacha y no presionarla para que ésta tuviera el tiempo y el espacio suficiente para llegar a una elección.Por supuesto, la ansiedad se había convertido en su compañera habitual nuevamente, pero intentó llevar las cosas con calma. Si atosigaba a Arantza con lo mismo, ella podría terminar apartándose definitivamente.Aun así, se demostraban su amor con pequeñas acciones, mediante miradas y toques suaves, sin cruzar ninguna línea. Sin importar las circunstancias, Arantza seguía amando a Landon con todas sus fuerzas y era inevitable transmitírselo en cada gesto.Cierta mañana, Arantza ingresó a la oficina de Landon para entregarle unos documentos, pero en lugar de regresar a su puesto, permaneció observando a su jefe durante unos minutos.—¿Sucede algo? —preguntó Landon al notar la mirada insistente de su secretaria.—No… Quiero decir, sí —titubeó
Arantza se hallaba en el sótano de la casa de Noah, pero ella no lo sabía. Se quedó mirándolo con el pasmo reflejado en su rostro, sin poder dar crédito a lo que estaba sucediendo.—Noah, ¿qué… significa todo esto? ¿Traerme aquí fue idea tuya? —preguntó, inquieta.—No me mires así, Arantza. Todo es tu culpa —manifestó—. He estado a tu lado durante cinco años, pero a pesar de todo lo que he hecho por ti, nunca fuiste capaz de amarme.—Yo te lo advertí, Noah. Te dije desde el principio que, si te quedabas a mi lado con la esperanza de que terminara queriéndote, estarías cometiendo un error.—Lo sé. Decidí ser tu amigo bajo mi propio riesgo, pero tú ni siquiera te esforzaste.—Estuve a punto de darte una oportunidad, estuve dispuesta a dar ese paso…—¡Pero lo echaste todo a perder con la llegada de ese sujeto! —exclamó—. Solo porque apareció diciendo que era el hermano de Lenya, no fuiste capaz de mantenerte firme, flaqueaste al instante y dejaste que te consumieran los recuerdos que ten
—¡Noah la tiene! ¡Tiene a Arantza! —exclamó Landon dentro de la delegación. Justo después de que Noah se marchó, volvió a ingresar para darle esa información a los policías.—¿Tienes alguna evidencia de que así sea? —preguntó el oficial.—No la tengo, pero estoy seguro de que él la secuestró —aseveró—. Deben ir a su casa ahora mismo y revisar cada rincón de la misma.—Sus suposiciones no son suficientes para conseguir una orden de registro y no podemos invadir propiedad ajena sin la autorización de un juez, a menos que obtengamos el consentimiento del propietario —alertó el oficial.—Dudo mucho que Noah dé su aprobación, no querrá que lo descubran —indicó—Le he tomado la declaración hace un momento, no es considerado un sospechoso.—¿Me está diciendo que no lo investigará? ¿Ni siquiera lo intentará? —cuestionó indignado.—Sería una total pérdida de tiempo ir tras alguien que no está involucrado en el caso. Entiéndalo.—¡No lo puedo creer! —exclamó—. ¿Mi palabra no cuenta para nada? ¡
Al oír el sonido del disparo, Landon abrió los ojos de par en par.—¡Arantza! —gritó con desesperación.Nicolás y la joven se miraron con espanto, hasta que, finalmente, Nicolás dio unos pasos hacia atrás, dejando ver que el arma se disparó contra su abdomen. En ese instante, cayó al suelo.Arantza lo miró despavorida, pero, en cuestión de segundos, se aproximó a él y procuró presionar su herida.—¡Landon, llama a una ambulancia! —exclamó ella, a lo que el hombre extrajo su celular con el propósito de realizar la llamada.Sin embargo, Noah se lo arrebató de las manos y lo arrojó en otra dirección.—¡Tú no llamarás a nadie! —señaló.—¡¿Te volviste todavía más loco?! —le increpó.—¡Noah! ¡Hay que llamar a los paramédicos! ¡Nicolás se está desangrando! —estableció Arantza.—Ah, ¿sí? Pues ¡no me importa! —siseó Noah—. ¡Es por culpa suya que todos mis planes fueron un fracaso! ¡Es un completo inútil!—¡Cierra la boca! —vociferó Landon y se dirigió hacia donde Noah había lanzado su celular,