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Todos los capítulos de Una luna para el CEO: Capítulo 1 - Capítulo 10
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Prologo.
Narrador. Lauterbach, 1930, Alemania. Arcel se movía, por fuera de la cabaña, inquieto y muerto de dolor, no necesitaba entrar para saber lo que estaba ocurriendo dentro, la conexión que tenía con su padre, y con todos los miembros de la manda, le servía para saber que era lo que estaba ocurriendo verdaderamente dentro, su padre estaba muriendo. El dolor le llenaba el corazón, y su lobo interior deseaba expresarlo, desgarrando la noche con sus lastimeros aullidos. - “Alfa, ya puede entrar su padre desea hablar con usted.”- oyó una voz en su cabeza, era la beta de su padre, Dagmar Weber. La hora había llegado. Con pasó lento, intentado mantener la entereza, como su padre le había enseñado, entró en la cabaña de madera, recordándose a sí mismo las palabras de su padre. - “Un Alpha nunca debe mostrar debilidad, nunca. Arcel recuérdalo, su manda depende de él, y la manda lo es todo.”- las enseñanzas de su padre estaban grabadas a fuego en su corazón. - “Alfa”- dijeron todos los hom
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Capítulo I. Las premoniciones de un Alfa.
Arcel. Laurier Wood, Época actual, Ontario, Canadá. - “Otra vez ese sueño”- dije en voz alta, llevan años soñando el mismo sueño, sabía que mis poderes que querían decir algo. ¿Pero qué? En mi sueño, mi lobo y yo corríamos por separados pero unidos, por la espesura del bosque estábamos felices, en un momento todo se nublaba a mi alrededor y una gran nube borrosa, aparecía ante nosotros, detrás de ella, dos siluetas una de mujer y otra de una gran loba aparecían, mi lobo olfateaba el aire, y en segundos se alteraba moviéndose de un lado para otro, mientras gruñía excitado y muy nervioso. - “¡Mía!”- lo oía gritarme en mi cabeza. La boba también estaba excitada, y se movía de un lado a otro, mientras de vez en cuando miraba a la mujer, que permanencia rígida sin moverse, como si no estuviera atada. Yo seguía sin verlas, sólo veía una silueta, tras una cortina de espeso humo. - “¡Libérala!, ella es tuya, sólo tuya, tu luna, y yo le pertenezco a él. Libérala, libérame, y reclámanos.
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Capítulo II. Unas huérfanas especiales.
Elizabet. Toronto, época actual, Ontario, Canadá. - “No puedo creer que aun crea que se puede igualar a nosotros, ni siquiera fue a la universidad, y no ha estudiado nada de diseño, ni de gestión económica, ¿Quién se cree ella que es?”- oí en mi cabeza, otra vez esta extraña habilidad. Llevaba menos de una hora en el trabajo, y ya podía oir a muchas de mis compañeras, lo que pensaban de mí. Si hubiera sido otro, me sentiría mal, hasta mortificada, pero a diferencia de ellas, tuve que salir adelante casi sola, desde que nací, mis padres me abandonaron en un orfanato, nunca tuve las facilidades que de seguro tuvieron. - “¿Qué están pensando esas brujas?”- me pregunto Faith. No pude evitar sonreírle. Faith, como yo, también creció en el orfanato, éramos como hermanas, ella era mayor que yo por un año, o eso creíamos las dos, porque nadie, cuando nos abandonaron, nadie dijo que edad teníamos en realidad, yo fui abandonada prácticamente recién nacida, y Faith tenía un año o menos. L
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Capítulo III. La fuerza de atracción de la Diosa Luna.
Elizabet. Toronto, época actual, Ontario, Canadá. - “Eli, ¿crees que hoy las familias que vendrán me adoptaran?”- me preguntó, la pequeña Nicole, una niña de cinco años, era un amor, cariñosa y dulce. - “No lo sé, espero que si Nicole, cariño, pero, si eso no ocurre, recuerda que Faith y yo, te queremos muchísimo”- le dije mientras terminaba de hacerle las coletas, para que estuviera lo más bonita posible. En estos eventos por desgracias, lo padres venían a buscar niños pequeños, o bebes, normalmente, cuando pasabas de una edad determinada, dejabas de ser adoptable, había algunos casos que, si había pasado, pero era muy extraño. También solían buscar niños, que se les parecieran físicamente, si su familia era rubia, buscaban niños rubios, si eran de color, solían escoger niños de color, pocos eran los padres que se arriesgaban con adoptar niños que no concordaran con su raza, aunque había ocurrido en dos ocasiones, en los dieciocho años que yo estuve viviendo allí. Aun había
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Capítulo IV. Una mate humana.
Isaak. - “No te quejes Arcel sabes que esto es un mal necesario, como tú, me encantaría pasar este día recorriendo nuestros territorios, con las nuevas camadas, esos estúpidos jovenzuelos necesitan más entrenamiento, se están volviendo muy cómodos últimamente, una lección de su Alfa y de su beta le vendría muy bien. Pero tenemos que cumplir también con la empresa, por ahora va muy bien, y necesitamos hacer estos actos benéficos, para llevarnos bien con la comunidad. Tenemos un papel que representar ante el mundo.”- le dije mediante nuestra conexión, sabía que por la posición de cómo se sentaba en el coche Arcel, sólo podía significar una cosa, no estaba contento. Había usado la conexión, porque el chofer y los escoltas que nos acompañaban, eran todos lobos, y aunque habláramos bajo, esos malditos tenían un oído muy fino, así que, para estos tratos de amistad, tanto Arcel como yo, siempre usábamos la conexión de Alfa y Beta, una conexión que sólo escuchábamos nosotros. Donde normalme
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Capítulo V. El secuestro de una Luna dormida.
Arcel. - “¡Mate!”- la había encontrado, ese olor a roció, y hierba humedad, tan increíblemente delicioso, me lo decía. Mi lobo gruñía fuertemente excitado, mientras saltaba dentro de mí, lo sabía, sabía que la habíamos encontrado, mi corazón bombeaba sangre tan fuerte, que hasta podía oírlo. Los ruidos de mi alrededor se atenuaron, mientas mis oídos y mi olfato se agudizaban buscándola. - “Encuéntrala, nos pertenece. Es nuestra.”- gruño mi lobo en mi interior. No pensaba desobedecer su orden, o era muy capaz de intentar tomar el control, buscándola el mismo, nunca lo había visto tan excitado, tan feliz. Su olor se hacía cada vez más fuerte a medida que me acercaba al interior de la gran mansión, donde estaba el Orfanato. Sin dudarlo, me colé por una de las puertas y caminé por un pasillo, llegando a una gran sala. En ese momento, sentí que el olor se acercaba a mí, y la vi desde la oscuridad como bajaba por la escalera, mi cuerpo se paralizó, al ver a esa belleza, su pelo plat
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Capítulo VI. El autocontrol de un Alfa.
Arcel. - “Estas muerto Isaak”- vi cómo tras mi gruñido, mi Beta se contraía, en señal de arrepentimiento. -” ¿Quién te crees tú que eres para despreciar a tu mate?”- le dije mentalmente hirviendo de ira. Sabía que mi ira iba dirigida a Isaak, no sólo porque fuera tan estúpido como para rechazar a la pareja que la diosa luna le había entregado, cuando en estos días eso era más que un regalo, sino porque según me había contado mi lobo, la loba de mi luna, asumía que esa humana era su manada, por lo cual, la protegería inconscientemente de cualquier daño. Eso es lo que había paso, cuando en medio de nuestro acalorado y pecaminoso beso, ella sintió el dolor de su manda, su instinto de licántropo la obligó a protegerlo, aun así, me sorprendió que su pequeño cuerpo pudiera desplazarme como lo hizo, con esa fuerza y rapidez, eso quería decir que su loba, que se encontraba señada en ella, era más especial de lo que yo suponía. -” ¡No sabes cuanto!, Es lo que esperábamos.”- me dijo mi lob
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Capítulo VII. El veneno de una diosa.
Faith.-" ¡Maldita sea, Faith! deja de sentirte excitada cuando estas al lado de este patán, ¿Qué coño te pasa?, ¡contrólate joder!"- no dejaba de repetirme esto mientras circulábamos con el coche, sin saber a dónde este maldito, y sus hombres, me llevaban.Lo único que sabía era que, pese a mi actitud exterior, que mostraba que estaba totalmente desconforme, por decirlo suave, con ser llevada en contra de mi voluntad, donde fuera que me llevaran, en mi interior estaba más que encantada, mi cuerpo, mi corazón, y una parte no racional de mi mente, habían decidido que la que molestaba era me parte racional, que donde estábamos era donde debíamos estar, junto a ese hombre, y a ser posible, bajo él mientras el maldito arrancaba miles de gemidos de placer de mi cuerpo, para finalmente adueñarse de mí.Decididamente, mi cuerpo, mi corazón, y esa parte de mi cerebro que ahora me estaba incordiando, eran todos, y de manera definitiva, unos traidores. Si pudiera al menos dejar de sentir este c
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Capítulo VIII. Un mundo desconocido que no nos aterroriza
Elizabet.- “Creo que aquí hay un error, ¿o esto es una broma?, comprendo que nuestra actitud hacia los dos responsables más importantes de W.W. L. Ecologists no ha sido lo más…”- intente explicarle, pero la dama que nos había saludado sólo sonrió, y se adelantó a mi siguiente palabras.- “¿Desde cuándo lees la mente?”- su pregunta me dejó descolocada y sentí como Faith a mi lado daba un salto, mientras en su cabeza la sorpresa estallaba.- “¡Mierda, Eli! ¿dónde nos hemos metido?”- me con su mente, pero la sorpresas continuaban.- “En cuanto a ti, mi diosa, ¿cuántas veces te has acercado a un árbol, o a una planta moribunda, y al día siguiente, la planta ha resucitado?”- esta vez la palabrota ya no sonó en mi cabeza había salido de los asombrados labios de mis amiga.- “¡No me jodas!”- ella estaba tan asombrada como yo.Era cierto que Faith tenía unas manos geniales para los niños, las mujeres embarazadas y la naturaleza, de hecho, gracias a su creatividad, queríamos trabajar de diseñ
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Capítulo IX. Los lobos y su mana (parte I).
Faith.- “¡Hermoso!”- la palabra me salió, sin apenas controlarla.Pero después del día de locos que llevábamos las dos, ver como el hombre más tentador, atractivo y enloquecedor, se transformara en un ser aún más perturbador y magnético como era ese lobo de pelo rojo como el ocaso, había conseguido que por primera vez en mi vida mi cerebro dejara de funcionar totalmente, para convertirme en un ser de instintos, un ser básico.Mi instinto me decía que ese enorme lobo era todo y exclusivamente mío, era mi pasado, mi presente y mi futuro, no me había sentido tan unida a nadie en toda mi vida, como a ese enorme animal, que se me acercaba lentamente, con percusión, como si temiera asustarme, mientras yo, lejos de sentir miedo, sin poder evitarlo, alargaba mi manos para acariciarlo.Estaba como en un trance, mientras sentía esos ojos casi naranjas, en los míos, leyéndome el alma. Cuando mis manos tocaron su pelaje, una sensación de placer, me anuló toda sensación que no fuera esa recorrién
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