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Todos los capítulos de Corazón Blindado : Capítulo 31 - Capítulo 40
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“Una marioneta a tu lado”
Meses después…Felipe llegaba con Izan en su domicilio que para entonces ya compartía con Samantha. Su relación era pública y su mejor amigo no pudo más que apoyarlos porque a pesar de la diferencia de edad, Felipe es un buen hombre y cuidaría de ella.Ver como su amigo aceptó todo sin rechinar, lo hizo sentir un imbécil, pero ya no podía regresar el tiempo. Izan, le seguía diciendo al Sr. Mono y tío, y lo que más le dolía era que seguía preguntando por su padre. Nunca le dijo a Samantha lo que paso con su exesposo, porque hasta los divorcio en menos de cuarenta y ocho horasSamantha, maduro en un abrir y cerrar de ojos, se volvió pedante y a pesar de tener un hombre que le mostraba en cada momento que la amaba, ella permanecía distante. Se tituló de abogada por todas las leyes y comenzó a ejercer en una rama podrida donde ella era la única mujer en el juzgado, no había un hombre abusivo que no terminara entre las rejas, además de otros casos torcidos en lo que disfruta estar.El mi
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“La quiero, hijo”
Actualidad…. Felipe notaba a Sergio, algo extraño, sin embargo, dedujo que sería los nervios por ser padre, lo mismo que él sintió, y se maldijo por no ser él, quien cargará a su hijo, sino un malnacido que tenía el papel de padre y esposo, de la caprichosa que había puesto su mundo de cabeza cuando solo era una cría. En ese entonces, él, no estaba dispuesto aceptar que una jovencita había jugado con él, más un vil engaño que lo hizo dudar de su paternidad y para entonces, no quería que saliera a la luz, por la relación que tenía en ese momento y por miedo del que diría su mejor amigo, al enterarse de que tuvo relaciones con su hermana, dejándola con un regalito de nueve meses. Al escuchar su dulce voz llena de alegría y esa vibra que nunca dejó de cautivarlo, lo dejó sin aliento. Samantha estaba segura de que ese moreno de ojos oscuros aún sentía así sea un poco de cariño por ella, después de abrazar a su hijo y sobrina, lo mira a los ojos. —Cosit..., Sam, Sam... Estas... — Fel
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“Ella lo era también”
Felipe no dejaba de tener su cuerpo en tensión al tener a esa mujer a un lado de él, cada vez que podía sin que ella lo notara la observaba y sentía su pecho oprimido al ver su hijo lleno de felicidad. No paraba de hablar con su madre y contarle todas las cosas que ha hecho, de los amigos que ha conseguido y los castigos que se ha ganado por sus travesuras con su prima. Cada una de ellas llenaban el lugar de risas, sin embargo, Felipe permanecía en silencio. Al llegar Samantha descubre que se ha mudado, Izan baja del coche rápidamente y le abre la puerta, una hermosa vivienda reluciente de lujo y un gran jardín al entrar. —Cierra los ojos— le pide Izan y sostiene su mano, Samantha ríe y trata de no tropezar con sus tacones. Felipe baja del coche, conoce cuál es el entusiasmo de su hijo, le mostrará lo que por años mantuvo oculto y el imbécil de su hermano le comentó a Izan donde estaba. —Padre, agarra su otra mano. —No es necesario déjame que me quite los tacones… ¡Aah, espera!
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“¡Soy su mami!”
Al día siguiente Samantha se levanta antes de salir el sol, se siente frustrada que no tenga un baño en la habitación. Abre la puerta, despacio y mira a los lados, el baño está al final del pasillo, sale dando saltitos y mira un momento a su hijo y sigue su camino, lleva pegado a su pecho su estuche de maquillaje y al entrar, apoya su espalda en la puerta.—¡Mucho lujo y un solo baño, por amor a Dios, Felipe! — increpa mientras observa la belleza del lugar donde está, es casi del mismo tamaño de la habitación de él, un gran jacuzzi y un espejo que no te permite tener la más mínima privacidad—, en serio, tengo verme mientras hago del dos.Ríe y se mira un momento en el espejo y su sonrisa se desvanece lentamente, cierra los ojos, regresan esos segundos donde el dolor y la culpa que sentía eran inimaginables. Donde pensó que perdería la vida, pasa sus dedos por las marcas que aún se palpan con el tacto y siente como arden, aunque están cansados de decirles que es mental esa sensación de
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“¡Déjala pasar!"
El regreso al bufete no fue como se esperaba, el propietario de la firma de abogados le extendió la documentación para su renuncia. El que haya estado involucrada con Anthony Máncer, daño parte de su reputación y la del bufete, sus colegas no tuvieron ni la más mínima decencia de darle la bienvenida, solo cuchicheaban a sus espaldas.Samantha no bajaría la cara ante ninguno de todos los estirados vestidos de traje en esa gran mesa, sonríe como una cabrona y colocó su largo cabello rubio de lado con suma delicadeza.—Firmaré, pero antes le regaló un minuto para que me observe bien y vea la gran abogada que ha perdido, Sr. Lyon— Es dueño de unos de los mejores bufetes de Boston—, tiene mi número, no soy rencorosa. Recuerde que todo lo que sube baja y hoy, ustedes—señala a los otros cuatro hombres, que tragan grueso al verse señalados de esa manera, fueron unos de los que metieron cizaña para que fuera expulsada de la firma—, me denigran y señalan por ser víctima de violencia en manos de
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"¿Misión cumplida?
Al llegar a su domicilio Felipe los encuentra listo, Samantha por su parte derrochando belleza y elegancia con un ajustado vestido negro sencillo, pero al llevarlo ella marcaba la diferencia por completo, dejaba ver parte de su cadera izquierda en medio de los pequeños broches, más unos botines corte bajo, su cabello estaba recogido en una cola alta. Izan todo un hombrecito marcando la diferencia como su madre, lleva puesto un jean negro y una camisa de color azul marino manga larga, que opto por subir los puños hasta sus codos, su cabello alborotado. Felipe se da una ducha rápida y no tardan en subir al coche, Samantha lleva en sus manos unos regalitos para sus sobrinos. Izan es el primero que baja y sale corriendo al ver su tío en medio de la puerta esperándolos. —Dime, soldado, ¿misión cumplida? — le susurra, antes que Samantha y Felipe, estén cerca. —Misión en proceso, sin avance mi general— Sergio sonríe y deja un beso en su cabello y se hace a un lado para que entre en su hoga
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“¿Te gusto el besote?”
—¿Tú? El corazón de Samantha se detuvo, sintió la mano de Felipe pasar posesivamente por su cintura por unos segundos. No lo miraba a los ojos, pero él, a ella sí, esperando que dijera algo. Alma, consume a Lorena con la mirada y ella trata de explicarle en susurros que no estaba al tanto que se conocían. En cambio, está atontada con lo hermoso que es su hermanastro y ella ofreciéndolo como ofrenda a Samantha. Izan se tambalea y Felipe abre sus brazos para él, que mira con sus brazos cruzados bajo su pecho al hombre que le sonríe a su madre. —Shh, todo está bien pequeño— le susurro dejando un beso en su cabeza. —Me quiero… ir, pa— Felipe sonríe al ver cómo le ha dicho y lo abraza con fuerza. Lorena se apresura y agarra a su invitado del brazo para acercarlo más a donde están todos. —Chicos, él es Leonardo. El mejor corredor de Inglaterra. Samantha sigue en su mismo sitio y el castaño no deja de verla con una sonrisa pecadora, Sergio es el primero de estrechar su mano y present
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“¡Ni con pétalo de una rosa!”
Felipe nota que Samantha no está, observa un momento a Izan que duerme profundamente. Sale de la habitación y la consigue, a medio camino de las escaleras, lleva un vaso de agua en sus manos, Samantha se gira de prisa y Felipe no entiende por qué lo hace, baja las escaleras y ella, se mantiene rígida en su sitio.—Por favor, no me veas— le pide, Felipe coloca sus manos en sus hombros, trata de girarla, pero se mantiene firme.—Sam…, no debes avergonzarte de ti, una vez te lo dije recuerdas— ella asiente con el dolor presente dentro de ella.—Ya, ya… no soy igual. ¡Joder!, no quiero que me veas.Se acerca mucho más y su pecho descubierto pega con su espalda y Samantha siente como su piel se eriza, las manos de Felipe, se pasean por su cintura y suben lentamente.—¡No! — grita y las aparta, sin girarse.—¿No?—No quiero nada sin amor, quiero que de verdad nazca de ti y no sea porque quieres asegurarte que sea tuya, solo por la llegada de Leonardo.—Ja, no debo asegurar nada, eres mía Sa
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“No quiero que te controles”
Felipe se reunió con Sergio, ni él mismo comprendía por qué lo llamó, solo le preguntó si podía venir. —Por primera vez en la vida tiene una segunda oportunidad, más bien la han tenido desde hace mucho. Solo que ahora eres tú, eres el que no da el brazo a torcer. Ni lavas ni prestas la batea y te digo algo, ese tal Leonardo no quiere ser solo un amiguito de mi hermana, ahí pasa algo. Felipe se mantenía en silencio mientras daba un trago a su bebida. —Soy consciente que algo paso entre ellos, no follaron, pero si paso algo— suelta con desagrado. —¿Qué harás? ¿La dejarás? Decídete, ¿es con ella o la dejas ir de una vez por todas? No sabes cuanta rabia me da recordar todo lo que paso, y ver que en parte fue…, tu culpa también lo que ella vivió. —Sergio ya te expliqué lo que pasó— responde y ve el rostro de su amigo se llena de dolor, se bebe su copa de golpe. —Sí, sí, pero los dos fueron unos irresponsables que no fueron capaces de ser sinceros y de luchar por lo que sentían— le dic
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“No puedes aceptarlo delante de él”
Samantha no hizo lo que Felipe quería.Esperaba otras palabras de su parte después de ese beso, tal vez un “te quiero o esta vez será para siempre” no esa necesidad de medir el pito con otro hombre, solo por él quiere marcar territorio cuando estaba más que claro que ella moría por él.Todo el camino se mantuvo en silencio hasta llegar a casa de su hermano.Alma está en la sala con los niños e Izan tiene a unos de los mellizos en sus piernas y jugando con sus manitas, suena la puerta de la entrada y aparecen Samantha y Felipe.—Chicos, que bueno que llegaron— los saludas con cariño y su hijo no tardó en decirle a Alana que agarre al bebe, se miran con complicidad—, ¡Madre! ¡Padre! ¿Estaban juntos?Samantha y Felipe se miran entre sí, y asienten sin mucha emoción. Alma niega y mira al cielo cuando llega Leonardo y Lorena. “Los que faltaban” piensa y nota como Felipe cambia de temperamento y abraza a su hijo. Está al tanto de todo lo que le dijo Sergio, y no hará más que apoyar a su es
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