Debí imaginar su respuesta, no había conocido a nadie además de Manfrid, tan narciso, con Wagner, son dos. —Admite que te encantó, Meyer—Ni de broma, no puedes saber eso, tú eras quien gemía.—¿No lo puedo saber? Lo supe cuando dejaste que chupara tu lengua—me remuevo incomodo ante su desfachatez—y tu erección que debió ser muy incómoda, con lo ajustado de tus jeans—touche, ahora la odio más, sus palabras son ciertas, mas, ni al borde de la muerte admitiría tal cosa.—Lo único que sé, es que eres una descarada, tenias ese medio de transporte y me obligaste a llevarte al trabajo soportando tu nefasta compañía.—No voy a ir en motocicleta, es incómodo ¿que acaso no has visto mis faldas?—Prefiero no responder a eso, seria imprudente en este momento recordar tus faldas. Cambiemos de tema, ¿Cómo es que supiste que era de mi a quien se refería Greta?—Es que, yo fui a la mansión Fisher, fui quien maquilló a tu sobrina y bueno, antes de irme, te vi entrar, Greta nunca mencionó tu nombre,
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