CUANDO ME VAYA. CAPÍTULO 8. ¡Kris!
Jana se sentó en el suelo, sosteniendo con cuidado al recién nacido en sus brazos, era un hermoso varoncito. El pequeño estaba pálido y frágil, pero Jana no se dio por vencida. Sus manos temblorosas trabajaban con destreza para asegurarse de que el bebé recibiera todo el cuidado necesario.Hizo todo lo posible para estimular la respiración del bebé, masajeando su espalda suavemente y sosteniéndolo en una posición que facilitara la expansión de sus pulmones. Los segundos parecían eternos mientras esperaba ansiosamente cualquier señal de que el bebé comenzara a respirar.Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, un débil llanto brotó de los labios del recién nacido. Jana dejó escapar un suspiro de alivio mientras lo acunaba en sus brazos.—Está bien, pequeño. Estás a salvo ahora —le susurró con ternura, sintiendo un nudo en la garganta mientras sostenía al bebé en sus brazos.El padre del niño, que había estado observando con ansiedad, se acercó a Jana con los ojos llenos de
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