MUÑEQUITA. CAPÍTULO 54. Si te vas...
Estaba ahogándose.Mitch estaba ahogándose en un mar de dolor mientras las horas pasaban inexorablemente. Ni siquiera podía empezar a imaginarse una vida en la que Grace no estuviera. Era como si sus peores pesadillas, -incluso peores que el momento en que Sandor Dragonov había ordenado que tatuaran su cabeza cuando era solo un niño-, se reunieron todas para atormentarlo.La operación, por desgracia, fue larga y penosa tanto para Grace como para los cirujanos. Y afuera, en cierto momento, Mitch dejó de escuchar a la gente, dejó de hablar, dejó de percibir que el mundo seguía girando a su alrededor, y se sentó en aquellas sillas, simplemente esperando, rezando para que la pesadilla terminara y alguien saliera a decirle que todo era mentira.Seis horas demoraron en salir. Ya había amanecido hacía rato cuando por fin el médico que los había recibido al llegar se detuvo frente a ellos y Mitch caminó hacia él como un autómata.—Dígame que está viva —fue su única pregunta y el médico puso u
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