—¿Cómo estás, cariño?— Luna pregunta desde el otro lado de la cabina, apretando suavemente una de mis manos. Ella me invitó a almorzar hoy, y aunque ninguna parte de mí quería estar aquí, en ningún lugar en este momento, no podía rechazarla. No sólo porque su marido es un capo de la mafia, sino porque es familia. Aunque distante. Quizás lo he visto a él y a su hermano Ivan tres veces, pero de todos modos tenemos la misma sangre. Y esto es lo que hacen los familiares en momentos como estos, puede que no seamos cercanos en nuestro día a día, pero ellos aparecen en los momentos de necesidad. Es por eso que salí de la cama después de pasar los últimos días después del entierro de papá evitando la realidad. Por qué me duché y me cambié y le dedico una pequeña sonrisa mientras le aprieto los dedos, diciendo lo que no puedo con palabras debido al repentino nudo en mi garganta. Tragando fuerte, me doy un minuto para ordenar mis emociones. Algo con lo que tampoco se apresura. En todo caso,
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