ROMÁNANTES ESE MISMO DÍA…— Quiero respuestas, Alfred—. Estamos parados debajo de Esmeralda, la grúa a nuestra izquierda está terminada por el día, pero le ordené al conductor que dejara la larga cadena y el ancla colgando unos metros por encima de la cabeza de Alfred. No se va a caer, pero me divierte verlo retorcerse.Mirando hacia arriba cada pocos minutos. Transpiración. Intento moverme, pero un solo arco de mi ceja lo hace detenerse.Coño.—Señor, yo…—Tienes diez segundos para darme un nombre. Si me mientes, llegarás a casa en una bolsa para cadáveres.—No es tan fácil. Vendrán tras mi familia...—Cinco, cuatro...— Extiendo una mano, e Isaac coloca una Glock en ella —...tres, dos...—Rodolfo Díaz.—¿Ver? Eso no fue tan difícil—. Mi dedo en el gatillo se mueve y el arma se dispara, la bala roza el muslo de Alfred. Una herida superficial que coincide con las otras que ya le he hecho, pero por la forma en que grita, uno pensaría que le amputé la pierna. —Tómelo como mi última adve
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