Mientras Ares está arriba tomando una ducha luego de terminar de armar la casa de Caroline. La misma ya está cubierta para que mañana la pequeña la vea en el patio trasero de sus padres. Ambos hombres terminaron con algunos golpes, pero al final la cara de satisfacción de ambos no tenía precio. Enciendo la chimenea, me echo en el sofá y me pongo una manta antes de tomar una copa de vino. Es mi primera víspera de navidad sin mi madre. Se siente extraño, la nostalgia me embarga. Pero, al mismo tiempo, me siento feliz de tener Ares. Este, baja llevando solo vaqueros y camiseta mientras su cabello húmedo, está peinado hacia atrás. —¿Mejor? —inquiero divertida. Asiente. Levanta la manta y se mete debajo conmigo. Toma mis pies, los pone sobre su regazo y comienza a masajear. Casi me deshago en el sofá. Suspiro. —¿Estás segura de que no quieres ir a ningún lado? —espeta mientras hace presión en la plata de mis pies. Niego. —Solo quiero estar aquí, contigo y poder disfrutar de
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