—Me conoces, parecía una esfera de espejo para pistas de baile de esas que se ponían en las minitecas. No habría poder humano que me pusiera eso, brillaba por todos lados.César volvió a reír ante mi comentario, nos trajeron la cena, mi plato venía con puré de papas y ensalada, partí la carne y estaba roja. «¿Qué querías?, así la pediste», se revolvió mi estómago, lo puse a un lado, comencé a comer el puré con la ensalada, pero las croquetas apanadas de César me hacían agua la boca, ¿este embarazo va a ser así?—¿Qué pasa? ¿No te gustó? María Joaquina no lo has probado.No sé qué vio en mí, sonrió de lado, ¡DIOS! Que ganas me dieron de besarlo, era que quiero quitarle la ropa, sentí que se subía los colores de mi rostro. Se dio cuenta de que quería comérmelo, tenía esa picardía de «estoy disponible, soy comestible, hazme tu muñeco sexual». Me tomé toda la copa de agua.—¿Podemos cambiar la carne por dos de lo que pediste apanado?—Claro.Le pasé la carne, me dio tres de su pernil de c
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